Mujeres sin hombres

Hay cosas que no tienen remedio. Pasan los siglos y se mantienen firmes, como las peores tradiciones. Me refiero a la historia de una de las tres premios Nobel de 2011, la yemení Tawakul Karman, 33 años de edad, madre de tres hijos, y primera mujer árabe en recibir semejante distinción. Karman fue detenida por las revueltas árabes. Salió en libertad después de que su marido firmó un documento comprometiéndose a no dejarla salir de casa. Como bien anotaba la corres ponsal de El País, Ángeles Espinosa, este es uno de los tantos peligros que deben afrontar las mujeres en la Península Arábiga. En una nación como Yemen, con una tradición patriarcal estricta, una mujer siempre será una minusválida, alguien que no se puede desarrollar por su cuenta, una menor de edad. Por eso los taxistas culpan a Karman del tráfico, de alborotar a las mujeres con ideas extrañas y de representar a intereses extranjeros. Cuando leo este tipo de histo rias, no deja de rebotar en mi cabeza lo avanzada que fue para su época Victoria Claflin Woodhull. No había cumplido 34 años de edad en 1872 cuando presentó su candidatura para ser presidente de Estados Unidos. Representaba al Equal Rights Party Partido de la Igualdad de los Derechos. Con esta bandera obtuvo el uno por mil de los votos nacionales. Pero la pasión política tan sólo fue una de sus facetas más llamativas, en medio de una vida atravesada por las turbulencias. Victoria y su hermana Tennessee compartieron actividades de un espectáculo trashumante, con números de clarividencia que desplegaron por parajes inhóspitos de un país que en ese momento se parecía a un campamento. Cuando acabó con su segundo matrimonio, Victoria dirigió su atención hacia los movimientos reformistas, que le permitieron consolidar su plataforma electoral: los derechos femeninos, el amor libre, la abolición de la pena de muerte, el impuesto a las ganancias elevadas, la creación de un gobierno mundial, la simplificación de las leyes para el divorcio. Otros costados de la vida de Vic toria Claflin Woodhull fueron más discutibles. Su curioso espiritualismo le permitió recibir el apoyo del magnate Cornelius Vanderbilt, potentado de la industria naviera y ferroviaria, interesado como...

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