Cuando era niño narraba carreras de caballos

La voz de Alfonso Saer es profunda y siempre acompasada. Puede que esté narrando un juego del Cardenales, el equipo del que es emblema. Puede que esté en una conferencia. Puede que converse con un amigo. No hay modo de que pierda esa sobriedad tan suya. Tiene una historia de amor con el castellano.Este hombre, que llega a 50 años en el periodismo, es un enamorado de su profesión.Cada día que pasa, me gusta más, dice, con una sonrisa.Soy de esas personas afortunadas que ha podido hacer lo que más le gusta.-¿Cuál es el recuerdo más antiguo que tiene del beisbol? -El Magallanes. Tendría 8 o 9 años de edad cuando comencé a escuchar los juegos.Me hice seguidor, fanático y entusiasta de Camaleón García y Ramón Monzant.-¿Por qué Magallanes? ¿Por qué son turcos, como su apellido? -De pronto, no sé. Me atrae ría el nombre. No existía el Cardenales en el beisbol profesional. Es mi primer recuerdo del beisbol. Pero lo prime ro que comencé a transmitir imaginariamente en mi niñez, en el cuarto de la casa o el recibo, fue carreras de caballos. Me encantaban. De hecho, durante años fui cronista hípico en El Impulso, ya siendo jefe de Deportes.-¿Cuándo desvió el camino? -Me empezó a atraer el beis bol, los numeritos, las barajitas.En cuadernos de uso escolar pegaba recortes de periódico.Así empecé una pequeña biblioteca, sin quizás percatarme que estaba iniciándome en el periodismo. En aquella época uno no se graduaba de periodista, uno se hacía periodista, llevando golpes en las redacciones.-¿Jugó pelota, en su niñez? -Pelota de goma, chapitas, caimaneras. Era muy mal fildeador. No tenía ninguna de las cinco herramientas.-¿Cómo se inició en el periodismo? -Me la pasaba hablando de pelota con dos muchachos, allá en el barrio de Paya, en Barquisimeto: Jorge Ramos Guerra y Alfredo Méndez. Un día, ellos sacaron un artículo en El Impulso, en 1964. El artículo se llamaba Ty Cobb y hablaba de aquel jugador. Me lo mostraron, como echándomelo en cara, y eso fue lo que me incentivó. Siempre que los veo, se los digo: Ustedes me hicieron periodista. Yo me decía: si ellos pueden, yo puedo. Yo estaba mucho más metido en los deportes que ellos. Como era el año de los Juegos Olímpicos de Tokio, escribí sobre eso. Lo hice varias veces, una nota pequeña. Rumbo a Tokio, se llamaba, y me le presenté a Roberto Riera, el jefe de Deportes de El Impulso. No solicitamos colaboraciones, pero déjemelo, para ver si se lo publico.Me levantaba todos los días a las 5 de la mañana...

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