Números

La primera vez que la vi, en la televisión, creí que era una adivinanza, un desafío numérico. No la entendí. Sólo al final, cuando el mapa del continente se convirtió en el caballo de Bolívar, supe que se trataba de otra propaganda oficial. Creo que ningún gobierno, en la historia de Venezuela, ha invertido tanto dinero, tanto tiempo y tanta creatividad en su propia promoción. Hoy en día, la publicidad es una de las grandes prioridades del Estado. Meses antes de que se entregaran las viviendas, ya existía la cuña que celebraba el éxito de las viviendas entregadas. Para el socialismo petrolero, gobernar es administrar los deseos. Por si no la has visto, te la cuento: a manera de un divertimento numérico, donde se propone hallar alguna lógica secreta en la coincidencia de diversas cifras, la pieza publicitaria oficial va enumerando distintos tipos de cantidades, correspondientes a diferentes actividades en la escala mundial, para terminar reseñando un logro del Gobierno. Invento un ejemplo: hay 20 millones de semáforos en Alemania. La glándula equis del cuerpo humano se mueve 20 millones de veces durante la vida. En la Luna existen 20 millones de partículas de arena cruda... Y en Venezuela el Gobierno ha sembrado 20 millones de árboles. La felicidad es nuestra medida del futuro, dice el eslogan final, como reafirmando que el resultado de esa operación aritmética también es un enigma. Resulta curioso, por decir lo menos, que el punto de partida de esta apuesta de promoción comercial sea la constatación de que la obra del Gobierno es invisible. Por eso es necesario aludir a ella a través de la abstracción numérica que, además, sucede siempre en otros lugares, en ámbitos desconocidos, a veces inimaginables. La realidad ocurre sin que la veamos. Ese es el mensaje de fondo. Si sientes que durante todos estos años no has visto al Gobierno, ¡no te confundas! ¡No te equivoques! ¡Estamos aquí! ¡Siempre! ¡Aunque no nos veas! Cierra los ojos. Piensa en la inmensidad del universo que se mueve. Saca cuentas. Lo otro que resulta muy pe culiar es que, justamente, un gobierno que se dice socialista, que pretende romper paradigmas, que apela a la conciencia y desafía la lógica neoliberal, reduzca el sentido de la felicidad a una azarosa alternancia de cifras. En El mundo como supermercado, el escritor fran cés Michel Houellebecq, feroz crítico del capitalismo y de sus procedimientos...

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