La odisea cubana: el largo viaje de Yandy Díaz a MLB

N o hay registros de Yandy Díaz entre 2012 y 2013 en las amplias bases de datos de portales estadísticos de beisbol. Es como si hubiese desaparecido y sus 19, 20 y 21 años de edad no contaran.Pero la vida no permite saltos. Es rigurosamente cronológica. En alguna cárcel u oficina gubernamental de su natal Cuba, deben estar apuntadas las andanzas del pelotero en ese lapso omitido por el mundo de los diamantes.Díaz se acostumbró a ver los barrotes fríos de una prisión.Su delito fue lanzarse al mar y tratar de salir de la mayor de las Antillas para convertirse en un pelotero profesional.Eso fue difícil, muchacho. Lo intenté tres veces y las tres veces me agarraron, relata el antesalista de los Leones del Caracas en la LVBP. Las tres veces pasé como 21 días en la cárcel.No era la primera ni la últi ma vez que un soñador intentaba burlar a las autoridades cubanas con el afán de llegar a Estados Unidos, la tierra prometida según sus filosofías. Y Díaz ya conocía muchas historias de esos atrevidos. Cuando tenía 17 almanaques de vida, y una leve experiencia en la Serie Nacional de Cuba con las Naranjas de Villa Clara, salió por primera ocasión del territorio insular en una selección.Vio como la seguridad era implacable cuando aterrizó en Venezuela, donde acudió a un campeonato en Táchira. Esa vez nadie se fugó.Pero después fuimos a Cana dá al año siguiente, continúa la historia. Allí se escaparon dos peloteros que firmaron pero nunca llegaron a las Grandes Ligas y José Iglesias, el campocorto de los Tigres de Detroit.Díaz, con 21 años, estaba suspendido de la Serie Nacional por sus osadías. Ningún terreno cubano lo recibía. Solo le quedaba una cosa: intentarlo por cuarta vez. No era el único que pensaba eso. Su madre, Elsa María Fernández, lo apoyaba. Ella conocía bien lo que quería su hijo. Había visto como el niño desechó la ilusión de jugar fútbol y se inclinó por el beisbol. Ella observó cómo los entrenadores y preparadores le auguraron un buen futuro. Y fue la primera en alegrarse al verlo partir de Sagua La Grande, en el centro de la isla, para jugar en la Serie Nacional.El plan de la huida no tenía novedades. Como en las ocasiones anteriores, Díaz se acercó a la costa de Holguín, al noreste de Cuba. Allí, bajo el manto misterioso de la noche, lo esperaban un grupo grande de personas y una lancha con cuatro motores fuera de borda.Recuerdo que salimos como a las 12 de la noche. Había dejado a mi mamá en casa, nerviosa. Pero ella siempre me...

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