Sobre palo, pedrada

Hasta el más irracional admite que el aumento de salario para los militares es necesario. Más aún, hay consenso alrededor del hecho de que, a pesar del alto porcentaje 50% y de que supone una irresponsabilidad fiscal, se queda, no obstante, corto en un país tan gravemente castigado por la inflación. Todo el mundo piensa, pues, que los militares, como trabajadores que son, víctimas de la galopante devaluación de la moneda y expuestos a súbitos traslados cuyos gastos nadie más que ellos sufraga, merecen ese incremento. Y, sin embargo, desde el miérco les, cuando Chávez hizo el anuncio, los uniformados han sido blanco de venablos que han recorrido toda la escala, desde el reproche hasta la franca descalificación. ¿Cómo se explica esto? Muy simple, porque ese aumento debería corresponder a todos los empleados públicos y no solamente a quienes detentan las armas. ¿Era previsible para el régimen que la exclusión caería muy mal en la sociedad? Claro que sí. Cualquiera hubiera podido prever que la delimitación de una comarca de privilegiados iba a enfurecer a los olvidados y a encerrar a los favorecidos en un círculo de reticencias. Y ya no digamos la oferta estrafalaria de eliminar para el sector castrense el pago de cuotas iniciales en la compra de viviendas y carros, solo faltó que se decretara el uso de tratamientos nobiliarios a quien use gorra y botas. Y, entonces, ¿por qué Chávez hace esto? ¿Tan enfermo está? Enfermo está, a no dudarlo; y mentalmente lo ha estado siempre como estableció el doctor Navarrete, quien no solo habló del sarcoma sino también de los periódicos estados de disociación. Pero hizo esta jugada con toda premeditación para generar la reacción que en efecto ha logrado: aislar a los militares y reforzar la impresión -que Chávez siempre ha atizadode que los civiles desconfiamos de ellos y les dispensamos el mismo desprecio que él despierta en la mitad de la población. Con esta operación, no solo hu milla al PSUV, a quienes ha expresado con toda nitidez que su partido son las fuerzas armadas y nadie más, sino que intenta sobornar a unas filas que cada cierto tiempo elevan un murmullo de descontento ante su desmedrado poder adquisitivo al tiempo que ven pavonearse al grupito de...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR