El paro universitario

Si algo han tenido los paros de profesores universitarios en Venezuela ha sido la alta frecuencia con la que ocurren.A lo largo de las décadas que van de 1958 a 1999 en adelante, el período democrático, y según las altas y bajas de los ciclos petroleros, devinieron en una expresión tradicional de la cultura política del país.La secuencia de eventos de los paros seguía más o menos el mismo guión: cuando ya la inflación de los precios y la devaluación monetaria habían triturado el ingreso de los docentes universitarios y los ponía a ganar menos dinero del que devengaban las domésticas de sus casas si las tenían, se iniciaban las acciones por reclamos salariales y mejoras genéricas del sistema universitario por una especie de prurito académico casi nunca el reclamo salarial iba solo.De las declaraciones a los me dios anunciando el conflicto, se pasaba a las asambleas, cuyas decisiones se traducían en paros escalonados o parciales, alguna que otra marcha y al final un paro de clases indefinido.Los profesores parados y re clamando mejoras salariales, en oportunidades acompañados por miles de alumnos en la calle, se convertían en una piedra en el zapato que ningún gobierno deseaba tener. Lo usual era que, al final de un tira y encoge por el cochino dinero, se concediera un aumento que, si bien no satisfacía a plenitud lo exigido, por lo menos permitía al profesorado llevar una vida acorde con la dignidad de su magisterio. La otra parte del acuerdo, el que tenía que ver con una revisión de la universidad y su funcionamiento, junto con otras exigencias gremiales, se posponía sine die los gobiernos democráticos siempre prefirieron esa opción, que con suerte ponía la nuez del conflicto en otra administración y no les endosaba el costo político de una reforma universitaria, o tempora, o mores.Ese proceso de negociación partía de un supuesto: aun cuando los sucesivos recortes presupuestarios hubieran afectado la calidad de la enseñanza y deteriorado ya de manera importante la excelencia académica de los egresados, a los gobiernos democráticos la universidad les interesaba. Así la cuerda del reclamo presupuestario podía tensarse con la seguridad de que no iba a romperse.Eso sí, la universidad mante nía un ritmo de deterioro incesante. Resultado de la deserción de los mejores profesores, de la falta de presupuesto para mantenerse al día en materia de nueva información científica, de la falta de recursos para sustentar las líneas de...

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