Nuestro desafío es pasar de la diversidad cultural a la interculturalidad

Afinales de la década de los noventa, cuando Hugo Chávez fue elegido Pre sidente de Venezuela, los intelectuales sostenían intensas discusiones sobre el significado de la identidad y la cultura nacional, no sólo en el país sino en el resto de América Latina. Por esos caminos la revolución bolivariana impuso en Venezuela un discurso de la multiculturalidad en términos étnicos y se asumió que durante gobiernos anteriores, supuestamente obsesionados con lograr una modernización al estilo del progreso universal estadounidense, se habían olvidado de diferencias básicas de la comunidad, como las raciales.La reflexión anterior permite traer a colación otra que hizo Jesús Martín Barbero en el simposio Venezuela: Tradición y Modernidad, celebrado en 1998 en la Universidad Simón Bolívar, donde señaló que el autoritariasmo en América Latina era una respuesta a la precariedad del orden social, la debilidad de la sociedad civil y la complejidad de los mestizajes del continente: Se hizo del Estado la figura que contrarresta las debilidades societales y las fuerzas de la dispersión. Añadió que en la región se invertía el sentido de la definición de la identidad nacional, poniéndola al servicio del chauvinismo de un Estado que en lugar de articular las diferencias culturales asume lo nacional como incompatible con lo distinto, tanto desde la derecha como desde la izquierda.Ocarina Castillo, antropóloga y profesora de la Universidad Central de Venezuela, señala que desde que la Unesco declaró a la cultura un fundamento para el desarrollo y un derecho del ser humano se asume que la discusión sobre la multiculturalidad está caduca, pues no es suficiente para asegurar la convivencia pacífica entre individuos de las sociedades urbanas. Por eso, propone un término que negocia las divergencias: la interculturalidad.La académica, magíster en Historia Contemporánea de Venezuela y doctora en Ciencias Políticas, indica que las grandes dificultades inherentes a la formulación de políticas públicas para el sector se relacionan con el hecho de que la cultura es un concepto inasible, pues tiene que ver con asuntos muy profundos, como significaciones: Los intangibles son delicados, porque al fosilizarlos los amarras y los pierdes. Por eso, el trabajo con lo cultural siempre ha estado en tensión con el poder, porque necesita del oxígeno que le da la libertad frente al discurso oficial, referido éste no sólo al de las instituciones gubernamentales sino al sistema de valores...

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