La periodista, el violinista y dos ministros

La guerra es contra el pueblo indefenso, y todo indica que es a muerte. Una masacre, una matazón, una limpieza ideológica. La radicalización de la lucha de clases devenida en el peor abuso de los que detentan el poder contra la población inerme. No es el uso de la fuerza para imponer la paz, sino la esclavitud y la servidumbre. El fin de la libertad.Han resucitado los peores de monios de la historia patria.Los boves y los espinozas que disparan sus fusiles de precisión de última tecnología a la cabeza o al pecho de los muchachos. Muertes instantáneas, asesinatos viles. La protesta justa de los que son aprehendidos es trasmutada en traición a la patria y asalto al centinela, y son enviados a cárceles militares. Como ha cía Juan Vicente Gómez. Ya tendrán tiempo de contarlo, sea en testimonios como los de José Rafael Pocaterra en Memorias de un venezolano de la decadencia o la novela de Federico Vegas Falke, que retratan todas las crueldades de que son capaces quienes se valen de una impunidad provisional y efímera.La periodista, que sigue ape gada a fantasiosas utopías que han resultado contrarias a toda humanidad, cuando en trevista al alcalde Francisco Garcés, de Los Teques, solo escucha y asiente, a pesar de que lo que suelta es una andanada de mentiras coloreadas de paz y amor. el burgomaestre, como le gusta llamarse por su vocación monárquica, no engaña a quienes sufrieron los atropellos de los paramilitares, ni a nadie, pero la...

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