El populismo: enfermedad infantil del latinoamericanismo

El populismo ha sido por mucho tiempo el morbo real de América Latina, enfermedad de venida más que afectación de la cultura pandemia de su historia. Con menos o más recursos, con menos o más expectativas, pero siempre de acuerdo con circunstancias ajenas por completo a la propia voluntad y, en ausencia de todo orden y conexión de las ideas y la realidad efectiva de las cosas. Lo que va de siglo no es, por cierto, la excepción. Durante su doloroso transcurrir, y como consecuencia del nuevo decurso histórico dado por la barbarie ritornata, la recia propagación del tumor populista prosigue, con cruel y despiadado paso de vencedores, hacia la defi nitiva autodestrucción el pathos y muerte de todo un proyecto de nuevo orden cultural y, con él de todo un horizonte continental de tierra ancha y tendida, en nombre del voluntarismo caudillesco y la férvida esperanza de los menos advertidos. A la larga, y siempre de nuevo, todo transmuta en frustración.Entre la cada vez mayor bar barie y la cada vez menor civilización; entre una cada vez más creciente adolescencia decrépita y senil y una cada vez más raquítica, declinante y disforme madurez; entre las montoneras del pasado-presente y el utópico anhelo de desarrollo, de crecimiento y prosperidad.Es el mundo invertido. De hecho, una abismal contradictio in terminis atraviesa y desgarra a una de las formaciones culturales más ricas, ingeniosas y pujantes del orbe. América Latina es, a un tiempo, tierra de males acumulados y de promesas por cumplir. En ella, el complejo tercermundista se ha transformado en la verdad absoluta, indiscutible, en regla de definición matemática que se vuelve en contra de sí misma rebasando los límites del absurdo, sin haber podido, hasta la fecha, alcanzar la capacidad de curar las heridas autoinfligidas. La Venezuela de hoy es el modelo vivo de semejante escenario.En todo caso, se trata, en el fondo, de la confrontación de la heteronomía y la autonomía, del antagonismo efectivamente objetivo y ya inocultable de la obsesión por el control instrumental de la sociedad frente a la cada vez más urgente exigencia de construcción de un sistema de educación orgánica e integral. Heteronomía es el modo general de toda expresión de control. Y, sin embargo, la ficción de querer controlarlo todo y a toda costa, esa insana pretensión de representarse la sociedad ideal como sinónimo de sociedades controladas, maniatadas y amordazadas en todos sus niveles, se revierte, una y otra vez, en...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR