El precursor del biopic literario ha muerto

Cuando se publicó en alemán la novela de Javier Marías Maña na en la batalla pien sa en mí, Marcel Reich-Ranicki hizo en el programa El cuarteto literario un elogio tan contun dente que la situó, ya de salida, en el primer lugar de ventas.Ese programa que mantuvo Reich-Ranicki durante tantos años se convirtió, semanalmente, en uno de los acontecimientos más importantes de la televisión alemana, a pesar de estar hecho a contracorriente de lo que debe hacer alguien que intente captar audiencia.Razón tiene el periódico sensacionalista Bild, ahora que Marcel Reich-Ranicki ha muerto, al decir que su misión fue enseñar a leer a los alemanes y añade más: que la vida de este crítico literario se convirtió en la novela de todo un siglo.ReichRanicki murió el 18 de septiembre de 2013 a los 93 años y debo señalar que pocas veces se había visto en la prensa alemana un despliegue necrológico de tales proporciones. ¿Pero quién fue este hombre cuya desaparición ha tenido tal resonancia? En 1958, en la reunión del Grupo de los 47 en la locali dad de Grossholzleute, Günter Grass, Reich-Ranicki leyó al grupo algunos capítulos de EL tambor de hojalata, alguien le preguntó a aquel desconocido cuyas palabras habían causado tan buena impresión: ¿Y, usted, en realidad, es polaco, alemán o qué?. Ese o qué, apuntaba a una tercera posibilidad que Reich-Ranicki se apresuró a aclarar: Soy medio polaco, medio alemán y un judío completo. Günter Grass, que había nacido en Danzig, añadió: -No se hable más del asunto. Su presencia en aquel congreso obedecía a una razón muy personal: contribuir a la limpieza de la mugre con que el nazismo había contaminado a aquel idioma que había aprendido de labios de su madre, una mujer alemana casada con un comerciante judío en la localidad de Wloclawek, en Polonia.Reich-Ranicki no se consi deró nunca alemán, ni polaco ni siquiera judío. Soy hom bre sin patria einheimatloser Mensch, así inició una de sus más famosas conferencias en 1994 en Múnich. La cosa venía de lejos.Al padre de Reich-Ranicki le arruinó la depresión del año 29 y la madre, preocupada por la educación del niño, lo envió a Berlín con un tío que gozaba de una buena posición para continuar los estudios de bachillerato. A la hora de partir, la maestra se despidió de él con estas palabras: vas a Alemania, el país de la cultura. Cuando aquella noche llegó a Alemania, agotado por el viaje, su tía que le esperaba en la estación, le llevó a casa donde una empleada le sirvió la...

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