¿Primer presidente verde?

  1. Muchos politólogos creen que uno de los errores más graves en la Constitución norteamericana es que admite la reelección presidencial. Alexis de Tocqueville afirmaba, por ejemplo, que, si un presidente tenía como horizonte el voto futuro, cedería ante los chantajes de la popularidad y olvidaría sus responsabilidades esenciales como gobernante. El discurso del presidente Obama, al inicio de su segundo mandato, pareciera darle la razón. Pendiente únicamente, como está ahora, del juicio de la historia, habló de encarar temas peliagudos para la sociedad estadounidense, entre ellos el control de armas, la reforma migratoria y el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y aludió también al cambio cli mático, asunto aún más controversial, dado que su país es el segundo emisor de gas de efecto invernadero en el mundo, al expresar que, aunque algunos no terminen de aceptar el dictamen abrumador de la ciencia entre ellos, las industrias que más contribuyen a la emisión de los gases nocivos: Responderemos a la amenaza del cambio climático sabiendo que, si no actuamos, traicionaríamos a nuestros hijos y a las generaciones futuras. II. Las dudas y el desencanto sus citados por el modelo de desarrollo que ha traído al planeta hasta acá, ya son parte del nuevo sentido común de la época. En el tapete de la opinión pública mundial está sembrada, en efecto, la preocupación por la depredación de los ecosistemas, expresada en crisis de diversa índole que afectan el clima, la biodiversidad, la producción de energía y de alimentos o la disponibilidad de agua. Por ello, ha cobrado cuerpo en los medios académicos y políticos la convicción de que se debe adoptar un nuevo paradigma tecno-económico que no implique el incremento de los riesgos ambientales. En fin, si continuamos por el camino que venimos transitando desde cuando el filósofo inglés Francis Bacon afirmó que a la naturaleza había que explotarla como si fuera una prostituta, para el año 2050 necesitaríamos cuatro planetas como el nuestro para mantener el actual sistema de consumo. La revolución ver de es, pues, un imperativo civilizatorio, a fin de comenzar a torcerle el cuello al vigente patrón de desarrollo. III. Obama ha asumido, así pues, un problema duro de roer y que hasta ahora los...

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