La propia locura

AMaduro se le vino el mundo encima y tiene a todo un pueblo protestando en las calles de Venezuela. Lo que observan más allá de nuestras fronteras, es que aquí se desarrolla una tragedia que no se puede maquillar ni disimular con esos rancios estribillos que se entonan en nombre de estrafalarias revoluciones que han quedado al desnudo, tal como se montó en una tanqueta el joven, Hans Gerhard Wuerich Larios. Tampoco ya se puede decir que quienes protestamos en el país somos parte de una Venezuela dividida entre chavistas y escuálidos. ¡No!, es todo un país.Quiero pedirles que se ima ginen el desgarramiento, el dolor y el sufrimiento que provocaría ver a cualquiera de las víctimas, tan inocentes como Paola y Pernalete, o Cañizales o Moreno, perder sus vidas de forma tan absurda. Porque irrazonable se ha vuelto todo bajo el delirio y la locura de los tiranos, que de pronto las contagiadas aguas del Guaire se han convertido en benditas aguas de salvación, un insólito Jordán para nuestros muchachos y ancianos que corrían a refugiarse del plomo y la muerte, mientras el oropel de quienes les disparaban amparados en el poder de la tiranía sudaban por todos sus poros el excremento de un régimen putrefacto.Ya lo de Maduro es la propia locura. Desata con furia una represión feroz; eso es lo que le queda para tratar de mantenerse donde ya no puede hacerlo sin tambalearse porque lo sacuden las fuerzas de la verdad: hambre, inseguridad y devaluación que transforma en migajas los...

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