Los que se quedan

Los que se van han sido la noticia, página roja del espíritu.Tema de conversación cotidiano. Fulano está en México, ¿no sabías?, hace meses, da clases en Mon terrey. ¿Entonces, prácticamente no queda nadie en ese departamento? Así es, andan buscando lo que sea.Tema de artículos y hasta de libros. Y son tantos los mi grantes que forman asociaciones y montan areperas en cada destino, millón y medio parece. Y se retratan en grupo y salen en Facebook. Y Jaime Requena y Carlos Caputo establecen con rigor científico el número exacto de investigadores que nos han abandonado, 1.457.Aquí solo vamos a recordar lo que eso representa para nuestro subdesarrollo impenitente e indicar la causa mayor de esa destrucción de las neuronas patrias, un gobierno de gorilas e izquierdistas jurásicos que odia el mérito, la inteligencia y la cultura. Pero sobre todo, conscientes de la pluralidad inagotable de situaciones y razones de esos que parten, no osaremos juzgarlos ética o políticamente. Habría que mirar, si es que se puede mirar y fuese el caso, cada uno de esos individualísimos destinos.Yo me voy, me dijo alguien, porque me mataron a un hijo y odiaré este país toda la vida: ¿tiene usted un juicio de valor para enfrentar ese caso extremo?.Los que no se van entonces. Comen cemos por despejar algunas cosas. Una vasta porción de ciudadanos, aun deseándolo, no se va porque no tiene posibilidades de irse. Necesidad y no virtud. Otros, no muchos, se quedan por algún tipo de conveniencia personal, el billete por ejemplo. Nos interesan aquellos que han decidido quedarse. Hablamos de los que quieren pelear de alguna forma, más o menos directa o significativa, contra la barbarie o al menos no romper su permanencia en esta tierra por un tiempo sin límites.Así de duras y en varios sentidos peligrosas sean las circunstancias nacionales. Esos tipos abundan. Y, paradójicamente, son de los que más suelen sentir la sensación de destrucción del país y la perversión del entorno. Y, más paradójicamente, esas dolorosas espinas de la realidad, hundidas en carne propia o ajena, pueden multiplicar su afán de estar donde creen que deben estar.Por supuesto que los políticos opositores activos es tán en el lugar más visible de...

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