Quiero saber si mi hijo está en la fosa de la PGV

E n los últimos siete meses Ana María Estrada ha sido llevada en ocho oportunidades al hos pital Israel Januárez Balza, en San Juan de los Morros. La razón: la desaparición de su hijo Felipe. La incertidumbre de no saber con precisión qué pasó con su hijo la mantiene angustiada, sumida en un cuadro depresivo que no la deja dormir y que ha disparado su presión arterial.Felipe Sierra, de 26 años de edad, estaba recluido desde febrero del año 2015 en la Penitenciaría General de Venezuela por el delito de robo. Todos los fines de semana la madre lo visitaba para llevarle comida y algo de ropa. Sin embargo, el 27 de agosto en la tarde recibió una llamada anónima de un amigo del joven que también estaba procesado por secuestro y extorsión. Solo le dijo: Señora, la llamo para avisarle que a Felipe lo decapitaron porque se quedó dormido mientras hacía guardia para evitar que los enemigos de Franklin Masacre, el pran del centro carcelario, lo atacaran en un descuido.Al escuchar la noticia a la mujer le dio una crisis nerviosa. Llamó a su hijo mayor para que averiguara qué había sucedido con Felipe, pero al llegar a la PGV no obtuvo noticias. El director del penal no la atendió y los funcionarios de la GNB tampoco le supieron dar información sobre el paradero de su hijo.La última vez que conver saron, el joven le dijo que los hombres de Franklin habían matado a un compañero por que se les había rebelado y se negó a pagar la vacuna la causa de 3.000 bolívares que semanalmente cancelaba para garantizar su vida. Felipe le tenía miedo y por eso estaba al día con la cancelación de las cuotas. Se convirtió en uno de los esclavos del pran y de sus luceros. En una oportunidad, los hombres de Franklin le quitaron el celular por un mes como castigo, por haber llegado dos horas después de que los mandaron a llamar para que ayudara en la distribución de la comida, cuando el pran permitía que la población comiera.No me extraña que esos hombres hubiesen sido los responsables de la desaparición de mi hijo. Probablemente lo mataron y lo enterraron en la cárcel, porque fui a la morgue y no lo hallé. Otros compañeros que están en otras cárceles aseguran que no se fugó. Esta semana fui a la PGV, pero no pude entrar. El lugar está custodiado por militares. Le expliqué a un guardia mi situación y que me dejara hablar con un representante del Ministerio del Servicio Penitenciario, pero no fue posible. Solo sé que han hallado...

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