Raúl Fornet-Betancourt: diálogo y filosofía intercultural

AutorDoris Gutiérrez Fernández; Álvaro B. Márquez-Fernández
CargoUniversidad Nacional Experimental Rafael María Baralt; Universidad del Zulia amarquez@luz.ve
Introducción

El diálogo intercultural en el pensamiento filosófico de Raúl Fornet-Betancourt, está asociado a una forma de dialogar en la que éste se desarrolla desde las perspectivas existenciales e históricas de los dialogantes. No hay exclusión alguna en la estructura del diálogo que impida a los participantes formar parte del mismo, que les niegue de antemano su entrada en el proceso de diálogo o les obligue a renunciar a algunos de sus respectivos saberes culturales. Es más, se trata de incorporar desde estos conocimientos y órdenes culturales del mundo subjetivo de la vida de los otros, aquellos valores y símbolos que son imprescindibles para la comprensión de un logos cuya racionalidad histórica inevitablemente debe estar contextualizada por la diversidad de las acciones humanas que la realizan y constituyen.

Frente a un mundo cada vez más conflictivo y discriminante, se requiere de una relacionalidad social y política, que nos permita “desfilosofar la filosofía” como un instrumento de poder y dominio, del que se vale una cultura para doblegar o sumir a otras, desconociendo un presente cuya realidad es cada vez más plural y diversa, en el que todos los seres humanos están reconocidos por un derecho de aparición ante el otro, que no les puede ser prohibido o sustraído. Se trata pues, de inaugurar nuevas relaciones entre sujetos y de elaborar una reflexión sobre la nueva dimensión del discurso filosófico en la creación del diálogo intercultural, orientado hacia nuevos espacios abiertos y públicos para mundos y realidades mejores, en el intento de brindar una mejor comunicación, tolerancia y derechos humanos entre las personas.

El filósofo estudiado, a lo largo de su trayectoria, se ha ubicado en su primera etapa en la formación y recepción de la filosofía europea (1978-1985), seguida por la ruptura o tránsito hacia el modelo intercultural, como segunda etapa (1978-1994). Actualmente, a partir de 1995, está centrado en una praxis ético-política de la interculturalidad, etapa en la que el aprender a pensar es sustituido por el aprender a filosofar desde el contexto de las culturas, a través del diálogo como una alternativa al modelo neoliberal de la globalización, incorporando a este proyecto filosófico del diálogo intercultural la ética del discurso de los filósofos Karl Otto Apel y Jürgen Habermas, y la ética de la liberación de Enrique Dussel.

La metodología utilizada en esta investigación fue de tipo documental y de carácter hermenéutica, principalmente en el análisis e interpretación de las siguientes obras de Fornet-Betancourt: “Hacia una Filosofía Intercultural” (1994), “Interculturalidad y globalización” (2000) y “Transformación intercultural de la Filosofía” (2001). Además, se sumaron al desarrollo del presente trabajo, otras ideas desarrolladas por el mismo autor en revistas y artículos, como también, algunas opiniones y definiciones expuestas en diversas entrevistas de publicación reciente (Comesaña-Santalices et al, 2002: 11-28).

Ahora bien, para establecer la relación entre diálogo y filosofía, se parte de su nexo epistemológico y antropológico, lo que permite definir el diálogo desde una ética pública comprometida con el respeto y la igualdad de derechos que todos tienen a la participación política, lo que contribuye a superar la filosofía tradicional, caracterizada por una racionalidad monológica y transformarla en una filosofía intercultural dialógica mucho más auténtica, donde prive el intercambio y la comunicación entre culturas, contextualizadas según sean los procesos geográficos e históricos de cada una de las sociedades.

Según Fornet-Betancourt, la filosofía intercultural intentará cambiar la conflictividad actual del mundo globalizado, brindándole mayor capacidad discursiva a las culturas para integrarse en una diversidad histórica que afiance mejores relaciones para la convivencia a través de una interpretación hermenéutica, epistemológica y antropológica de las realidades compartidas. Para cumplir con tal propósito, se hace necesario recuperar la categoría de “peregrino” en los pueblos de Latinoamérica, como lo propone la filosofía de la liberación.

Se indican, en el contenido teórico de este trabajo, los desafíos a los que se enfrenta el diálogo intercultural para poder acometer su compromiso. Es el caso de la necesaria contextualidad e historicidad en la que se deben desarrollar las diversas racionalidades filosóficas; así como el problema de la dominación de la filosofía europea que elimina la polifonía cultural. Estos desafíos, requieren de algunos presupuestos de tipo hermenéuticos y epistemológicos, entre los que se debe mencionar el rescate de la discursividad latinoamericana desde el origen mismo de sus voces y tradiciones más auténticas, permitiéndose la participación de quienes permanentemente han sido excluidos por la civilización occidental y sus procesos de modernización.

En ese sentido, se busca el reconocimiento de la alteridad desde una práctica histórica que de cuenta de las verdades particulares de cada universo cultural y que a su vez se puedan legitimar las subjetividades que dan origen al encuentro entre culturas. El entendimiento con cualquier otra cultura, para que se de un proceso comunicacional, parte de la aceptación de las proposiciones-lenguaje y símbolos de todas las culturas, aplicando una metodología interdisciplinaria e intercultural.

Se destaca también en el desarrollo de este trabajo, el cómo y el dónde hacer filosofía, resaltando la posibilidad de la contingencia del saber, así como la universalidad intercultural, donde prevalezca un enriquecimiento entre las culturas que efectivamente parta de ciertos intercambios a través de los cuales nuevas relaciones de encuentro con el otro puedan ser construidas sin menoscabo del universo de vida de unos por otros.

La interpretación filosófica que se desarrolla de la interculturalidad entre ámbitos de vida muy diferentes, permite asumir la filosofía como un sistema de relaciones cuya significación resulta más de las diferencias que de las analogías, y en tal caso la perspectiva latinoamericanista con la que esta filosofía es entendida e interpretada, permite situar la propuesta de la interculturalidad dentro de las tesis de la filosofía de la liberación de la América Latina.

Vale destacar que Fornet-Betancourt reevalúa el concepto de América recurriendo al pensamiento de José Martí (1853-1895). Al mismo tiempo, señala que el deber ser de la praxis de la filosofía intercultural latinoamericana, da origen a una nueva historia cultural y valora sus deficiencias en relación con las voces que se mantienen en silencio; re-aprendiendo a pensar de manera deslastrada del relativismo cultural a fin de sustituirlo por un tipo de racionalidad cultural donde una forma de pensamiento sea reconocido como válido por el otro, terminando con el etnocentrismo y el reduccionismo.

La nueva filosofía será tanto conocimiento de culturas, estableciendo el “inter” fronterizo, como condición esencial en ese intercambio y diálogo; por lo que nos presenta la diferenciación entre racionalidades. Fornet-Betancourt lo ilustra con el ejemplo de la teología latinoamericana, a la cual caracteriza como transformada, en su interior y en su reflexión, y enlazada con el movimiento de la liberación que ha logrado ubicarse en Latinoamérica como auténtico. Pero es necesario que ésta debe estar incorporada en un proyecto universal de los procesos de liberación.

Lo expresado tiene la intención de inferir la posible transformación de la filosofía clásica cuando se práctica en sentido intercultural, y su fundador acude a la explicación de las ideas desarrolladas por la teoría crítica de la Escuela de Frankfurt y la filosofía de la liberación, para demostrar la posibilidad de construir una filosofía que esté a la altura de una nueva forma de diálogo en el que todos participen en su desarrollarlo, desde las diversas posibilidades argumentativas e interpretativas que en cada cultura se desarrollan y que no son excluyentes entre sí.

1. El diálogo intercultural y su vinculación con la filosofía

Cuando se compara la racionalidad discursiva de la filosofía monológica que tenemos con la filosofía dialógica que queremos y necesitamos, se plantea la urgencia de un pensar filosófico que obre y actué desde una praxis filosófica que debe contribuir a develar las incompatibilidades existentes entre contextos humanos en los cuales las diversas realidades culturales que forman parte de éstos, tienen que ser consideradas pertinentemente si se desean comprender las situaciones históricas que las determinan. Sólo de esta manera, recurriendo a las condiciones existenciales de las culturas con todas sus simbologías y representaciones, desde las más antiguas y milenarias hasta las más contemporáneas, producto de la interacción societal con otros ordenes culturales, es que la perspectiva de un diálogo entre culturas tiene y cumple propósitos hermenéuticos que permiten estar y pasar de una cultura a otra sin dominaciones o reducciones.

Es necesario articular la situación histórica de cada cultura entre sí y con las otras, de eso dependerá la interpretación que en cada cultura tendrán las vivencias y esperanzas de una comunidad humana específica. Eso implica una pluriformidad del quehacer filosófico en sus razones hermenéuticas y epistemológicas, así como éticas, religiosas, culturales y...

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