Los redoblantes de Ricardo Parra

Parecía que estaba jugando, pero en realidad estaba diseñando su futuro. Cuando Ricardo Parra tenía ocho años, decidió hacerse su propia "batería" porque sus padres no podían comprársela. Y así, una caja de cartón, unas latas de leche y unos platillos abandonados se convirtieron entonces en la primera creación de quien luego ejercería una profesión inédita: la de lutier de baterías. La historia de Ricardo Parra es la de un joven que siempre tuvo claro su propósito, y cuyo talento y habilidades están convirtiendo a su marca, Parra Drums, en un imprescindible de talentos mundiales como Abe Laborier, baterista de Paul McCartney, Pat Mastelotto, baterista de King Crimson o Lee Levin, baterista de sesión que ha trabajado con músicos como Barbra Streisand, Nelly Furtado o Juan Luis Guerra. Y puertas adentro, el sonido de las creaciones de Parra puede escucharse en las baterías de bandas como Famasloop, Caramelos de Cianuro e incluso la Orquesta Simón Bolívar. Se trata de un talento que resuena desde Venezuela para el resto del mundo Manos a la obra Los padres de Ricardo Parra no tenían nada que ver con el mundo musical, pero aun así ejercen una gran influencia en su oficio. Con una madre artista plástico, y un padre que se dedicó a enseñar béisbol a niños de escasos recursos, Parra logró trasladar a su oficio una vena artística y una constancia que se ven traducidas en los redoblantes que produce: instrumentos musicales profesionales que son, al mismo tiempo, obras de arte. A pesar de hacer pasado por varias carreras en la UCV, y tener un título que lo acredita como internacionalista, este joven de 32 años decidió seguir el instinto que se manifestara en su infancia lúdicamente. Así que de la mano de los maestros Rómulo Alaluna y Richard Arellano, se dedicó a estudiar el arte de construir guitarras, aunque sabía que lo que realmente quería era hacer baterías. "Lo hice para entender la madera y adquirir la seguridad de poder hacer un instrumento con mis propias manos. Pero mi pasión siempre fue la batería, así que toda la vida estuve investigando cómo se hacían, hasta que Alberto Iacobellis, dueño del estudio Rock y Folk, confió en mí y me dio el capital para hacer mi primera batería profesional. Con ese dinero monté mi taller y, aunque nunca dudé que podía hacerlo, tuve que enfrentarme con el temor al fracaso". Después de eso, varios músicos nacionales comenzaron a fijarse en su trabajo, al tiempo que sus redoblantes comenzaban a sonar en manos...

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