El Señor de las Rentas

Cualquiera que sintonice los canales de señal abierta nacional debe estar mas que hastiado de la propaganda oficial. En estos últimos años la ha habido, pe ro en el marco de esta confrontación electoral, y dado el fuerte carácter mediático que las circunstancias le ha impuesto a la opción oficial, el propagandero es poco menos que atorrante. El evidente ventajismo que cualquiera puede verificar como simple observador, tiene sus orígenes en una publicidad oficial personalista y para nada regulada bajo algún decoro o siquiera consideración para con quienes no tienen acceso a los fondos públicos. Como con muchas otras cosas, esta práctica no fue invención de este gobierno, él sólo la exageró y llevó al límite, como ha sido el caso de muchas otras prácticas perversas. Para cuando se recupere el consenso sobre la nece sidad y buena práctica que representa la alternancia y no, como lo es ahora, que perder se considera morir o desaparecer, muchas de estas nocivas acciones habrá de cambiarlas para que se recupere el equilibrio y la competencia justa en cualquier elección. Mientras ese momento llega seguiremos viendo abusos que, como lo actuales, en el fondo evidencian de qué están hechos los criterios que sirven de base a los mensajes que nos obligan a ver. Creo que de todos los mensajes publicitarios del Gobierno los referidos a la Misión Vivienda son los más brutales en términos de reconocer una realidad que lejos de pretender ser cambiada aspira a ser mantenida con el único y ya confesado fin de seguir en el poder. Si el lector detalla las múltiples vallas que ocupan el esfuerzo gubernamental por construir viviendas, notará que los personajes son siempre mujeres y niñitos. La familia matricéntrica, donde el hombre sobra o casi estorba, es un referente valorativo que busca conexión con una realidad popular sin importar el poco valor que se le asigna la figura...

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