Robots en la primera línea de combate

Primera línea del frente: un cañón inteligente destruye en el aire las balas y granadas lanzadas por el enemigo. En la tierra de nadie, un robot corta alambres de espino y otro hace estallar las bombas de un área minada. Volando a tres metros del suelo, un microavión del tamaño de un colibrí espía a un francotirador escondido. En la retaguardia, centinelas autómatas disparan a cualquiera que se aproxime sin dar la contraseña. ¿Se trata de un escenario de Terminator o de La guerra de las galaxias? No: es una descripción del horizonte creado por la tecnología que está revolucionando el arsenal de las potencias. Parte de esa parafernalia ha entrado en acción. Una legión de robots combate a los talibanes en las montañas y valles de Afganistán. Entre ellos figura Big Dog, un cuadrúpedo mecánico que transporta vituallas por sitios escarpados. Otros autómatas asisten a la infantería, como el pequeño todoterreno Pack Bot. El mejor amigo del soldado Âasí lo llaman se carga en la mochila y se activa para que cave túneles y se abra paso a través de rocas, agua o escombros en misiones de vigilancia, reconocimiento, desactivación de minas o inspección de vehículos sospechosos. Drones al volante. Las máquinas ya dominan las alturas. Miles de drones aviones sin pilotos controlan los cielos afganos e iraquíes, e incursionan en el espacio aéreo libanés al servicio de Israel. Uno de esos artefactos, el Predator, tuvo un papel crucial en Irak en la localización y eliminación del líder de Al Qaeda Abu Mussab al Zarkawi. Mucho más peque ños, los Ravens se desplazan guiados por GPS o por control remoto para enviar a las tropas imágenes de las posiciones enemigas en tiempo real. Todo esto es fascinante, aunque parece un juego de niños comparado con los prodigios que pronto llegarán al frente. Tomemos el fusil inteligente XM25, ensayado actualmente en Afganistán. Sus proyectiles se programan para explotar antes o detrás de la diana escogida, con el propósito de alcanzar a individuos escondidos detrás de muros a 700 metros de distancia. Más imponente se perfila el sistema antimisiles que quiere construir la OTAN sobre Europa. Estados Unidos ya cuenta con uno que cubre su territorio. La versión europea, presupuestada en 100 millardos de euros y basada en baterías antimisiles emplazadas en buques de guerra, deberá impedir ataques contra ciudades. ¿Y qué decir del plan del Pentágono para transportar marines en cohetes espaciales? Para una potencia empeñada en librar...

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