La rueda del infortunio

  1. En la frontera colombo-vene zolana, entre el departamento del Norte de Santander, capital Cúcuta, y el estado Táchira, capital San Cristóbal, debe existir permítanme la alegoría una inmensa rueda de la fortuna que gira desde hace siglos para, como un Dios ciego y arbitrario, distribuir alternativamente ciclos de bonanza y de infortunio entre ambos territorios.A comienzos del siglo XX, por ejemplo, millares de familias tachirenses, huyendo de la barbarie gomecista cruzaron el río Táchira a pie buscando refugio en Santander. Y, en sentido inverso, entre 1920 y 1970, millares de braceros colombianos también lo cruzaron en la búsqueda de empleo en las haciendas cafetaleras tachirenses.Muchos se quedaron de ambos lados iniciando así la descendencia de miles y miles de venezolanos de origen colombiano. Y a la inversa.2. En eso pienso mientras el avión que abordé en Bogotá anuncia su aterrizaje en Cúcuta. Nací en las cercanías de esta frontera y durante mucho tiempo he creído que ambos lados no terminan de reconocerse. Por eso hoy, ahora que la noche ya ha caído, y se divisa una inmensa colcha de luces, no deja de conmoverme verificar que desde arriba el río Táchira, la frontera, se hace invisible y que miradas desde lo alto, San Antonio, Ureña y Cúcuta, La Villa del Rosario y San Luis, parecen una sola y única ciudad.Pero una vez en tierra la rea lidad no es tan homogénea. El viajero terrestre sale de Colombia por una amplia autopista de ocho canales que recién acaban de ampliar, pero entra a Venezuela por una angosta avenida de apenas cuatro canales de circulación. Si necesita el sello de salida en su pasaporte, lo buscará sin ninguna dificultad en las oficinas de una amplia casona colonial ubicada en la línea fronteriza, con taquillas y filas bien delimitadas, como en un aeropuerto internacional. Si necesita el de entrada a Venezuela tendrá, en cambio, que desviarse, buscar una pequeña oficina en el centro de San Antonio, donde le indicarán que debe llenar una planilla pero como no hay Hace meses que no las envían de Caracas, informa con cara de vergüenza una chica de gorra roja, el viajero debe salir a un comercio vecino, adquirir por un...

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