Siempre nos quedará Túnez

Entusiasmados como están con las revueltas de Túnez y Egipto, y alarmados de ver al co mandante grosero que, ante las cámaras, amenaza con comprarse un banco como si el dinero público fuese suyo, varios amigos europeos me preguntan: ¿Y cuándo van a levantarse los venezolanos?. Encuentro en la frase un cierto tono de reproche. Y, de inmediato, con el orgullo democrático herido, trato de explicar las diferencias. La primera es de tiempos, Mubarak y Ben Alí han pasado, respectivamente, 30 y 24 años en el poder, lapso suficiente para que la desesperanza conduzca a actos heroicos como la inmolación. La segunda, la naturaleza de los regímenes. Ben Alí y Mubarak acabaron sin simulaciones con la democracia e hicieron imposible cualquier forma de alternancia por vía electoral. En Venezuela, en cambio, los partidos existen y a pesar de los abusos de poder, todavía se puede hacer política y obtener victorias electorales. Es cierto que se trata de una democracia moribunda. Que la cúpula militar ha logrado un sofisticado mecanismo para mantenerla en terapia intensiva. Y que, como los torturadores clásicos, cada cierto tiempo el tirano la toma por el cuello, hunde su cabeza en un tobo de agua y cuando todo hace suponer que va a morir la suelta y la deja respirar para que la opinión internacional no diga que fue asesinada. Queda, por supuesto, con lesiones graves. Pero sigue con vida. Y ese es un dato decisivo. El tercer factor es el aparato rojo de control social. A pesar de su desastre de gobierno, el comandante en jefe conserva aún capacidad de seducción y cuenta con el respaldo incondicional de, por los menos, 30% de la población. Y eso es bastante. Sobre todo si se tiene en cuenta que buena parte de esos venezolanos pertenecen a una maquinaria financiada con los petrodólares a través del empleo público, las misiones, los consejos comunales, las milicias y otros grupos parapoliciales de civiles armados, y si a esa masa se le agregan los mi les de funcionarios cubanos e iraníes que trabajan para el régimen, pues, debe quedarnos claro que el Gobierno cuenta aún con una gran capacidad de reacción como lo muestran las hordas armadas de camisas rojas cada vez que irrumpen en actos de...

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