El siglo del Boletín, 1912-2012

No hubo desfile en Los Próceres para celebrarlo. Estas efemérides transcurren preferiblemente en secreto, como un privilegio reservado a quienes también en silencio, y como religiosos, practican el humilde culto del conocimiento de la historia de la tierra que nos acoge. Quizás sean pocos los que a través del tiempo lo hayan frecuentado, o dejado sus huellas invisibles en sus páginas. Esto no es una excepción venezolana. Pues bien, en silencio y sin que himnos y tambores resonaran en Los Próceres, reservados para otra clase de episodios que se alimentan del bullicio y se regocijan con los pasos de ganso, el Boletín de la Academia Na cional de la Historia cumple un siglo en este 2012. Un siglo de vida secreta debe celebrarse dignamente en secreto. Está, como diría un sabio que fatigó sus papeles, en la naturaleza de las cosas. El Boletín echó a andar el 31 de marzo de 1912. Imaginemos lo que esto significa, cuidándonos de no caer en la fanfarria. Un siglo de pensar en la historia de Venezuela, en nuestros orígenes, en nuestro devenir como pueblo, en nuestras preguntas a la Esfinge. Páginas que fueron modestas y siguen siendo modestas como signo de lo que son, producto del trabajo metódico, persistente, callado, de quienes a lo largo del tiempo han pensado en Venezuela. Este sería su gran legado, su propio trofeo, las miles de respuestas a tantas preguntas sobre el país que somos. Se cuenta que el Boletín nun ca detuvo su marcha, aunque en los tiempos de la Primera Guerra Mundial aminoró el ritmo, pero sin dejar de andar. Durante años, desde 1892, los historiadores e investigadores, solían escribir en las páginas de El Cojo Ilustrado, la otra gran revista venezolana que recorrió largo camino, hasta 1915, cuando llegó a su final. El Cojo Ilus trado cumplía los veinte años, apenas faltaban tres para su desaparición, y el Boletín aparecía a tiempo. Este año de 1912 fueron relevantes las colaboraciones de los historiadores en El Cojo. Eloy G. González, por ejemplo, publicó en cinco entregas un largo ensayo biográfico sobre uno de los fundadores de la historiografía venezolana, don Feliciano Montenegro y Colón. Laureano Vallenilla Lanz se distinguió por la frecuencia de sus trabajos, Simón I, rey de las Américas, La evolución democrática, Los gérmenes del federalismo, Ensayos críticos sobre las campañas de Independencia. Santiago Key Ayala publicó un amplio estudio titulado Apuntes sobre el terremoto de 1812. A pesar de que Rufino Blanco Fombona...

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