La democracia, la soberanía popular y el poder popular a la luz de la reforma constitucional venezolana de 2007

AutorAna Julia Bozo de Carmona
CargoInstituto de Filosofía del Derecho “Dr. José M. Delgado Ocando” Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas Universidad del Zulia. Maracaibo-Venezuela abozoa@gmail.com

Nota: En diciembre de 2007, el gobierno venezolano formuló una propuesta de reforma constitucional la cual, una vez sometida a referéndum, resultó negada. Sin embargo, es importante analizar las concepciones de democracia, poder popular y soberanía popular inscritas en la reforma pues son ellas las que orientan las políticas públicas del Estado venezolano actual.

1. Introducción

Uno de los problemas centrales en las teorías políticas modernas es que ciertas construcciones se han presumido y trabajado como criterios guías e incuestionables del análisis y la práctica políticos; por ejemplo, el libre albedrío como recurso humano que vence la necesidad y la causalidad, la justicia fundada en el igualitarismo, la unidad social, la representatividad política, la toma de decisiones basada en la voluntad popular y, la democracia como mejor sistema de gobierno.

Apuesto por la necesidad de repensar la teoría política para liberarla de la certeza de tales construcciones. La liberación es posible sólo si derivamos los alcances de la reflexión filosófica de las condiciones de los contextos finitos y de las prácticas sociales localizadas; Venezuela y América Latina definen para nosotros estos contextos y estas prácticas.

El resurgimiento de líderes como Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega, López Obrador plantea aquí y ahora una alternativa de proyecciones insospechadas: la propuesta de un tipo distinto de democracia (o de no democracia) que califico como plebiscitaria, delegativa y entretejida con hilos de acero en torno a un outsider que se autoconcibe y proyecta como líder providencial.

Nunca mejor justificado un talante investigativo que nos permita preguntarnos sin remordimientos de conciencia: ¿Por qué debemos querer vivir en democracia?, ¿Cuál democracia?, ¿Cómo opera la democracia real?

Aunque nunca hubo en América Latina tantos gobiernos electos democráticamente, la región se encuentra sumida una decisiva transición, resultado de una profunda crisis de representación que ha devenido en un creciente descontento de los latinoamericanos respecto a vivir en democracia. El Informe del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo: La Democracia en América Latina (2004), exhibe que sólo el 43% de los ciudadanos son demócratas, el 30,5% son ambivalentes y el 26,5% no son demócratas (PNUD, 2004).

2. El modelo de democracia venezolana

Las clases de democracia y las modalidades que las prácticas democráticas asumen en América Latina, Asia y África son casi irreconciliables con los referentes teóricos de la democracia europea o norteamericana; estos modelos se inscriben en la forma de democracia representativa de tradición republicana y liberal.

La democracia representativa desarrollada en los países capitalistas de tradición liberal alberga diversos subtipos, pero todos tienen en común la existencia de contrapoderes que, en la forma de instituciones democráticas, piden cuentas al Ejecutivo de su desempeño como Jefe de Estado y Gobierno según dinámicas legalmente reconocidas. Este mecanismo ha sido denominado rendición de cuentas horizontal.

Pero, la democracia practicada en América Latina, si bien puede llamarse tal porque reúne las condiciones mínimas de una poliarquía, según la definición introducida a la Teoría Política por Robert Dahl; 1 no es una democracia de instituciones consolidadas y se aproxima mucho más a lo que designa Guillermo O’Donnell como Democracia Delegativa (O’Donnell, 1994).

Las democracias delegativas, según la caracterización de O’Donnell están fundadas en una premisa: “el presidente es capaz de manejar el país como él/ella lo considere adecuado y en la medida en que se lo permita la relación de poderes existente por el término para el cual fue electo. El Presidente es la encarnación de la nación y el principal custodio del interés general, que es definido por él mismo. Como su paternal figura tiene que velar por el cuidado de toda la nación, es casi obvio que su apoyo no pueda provenir de un partido sino que su plataforma política tiene que ser un movimiento. Típica y consistentemente los candidatos que ganan las elecciones en una democracia delegativa se presentan a sí mismos como alguien que está más allá de los partidos y de los intereses particulares porque él encarna el interés de todo el pueblo soberano. Según esta visión, el Congreso y el Poder Judicial, son molestos obstáculos que vienen aparejados con las ventajas domésticas e internacionales de ser electo Presidente por la vía democrática”.

En la democracia delegativa la rendición de cuentas horizontal es extremadamente débil o está ausente. El conflicto entre las democracias representativa y delegativa nos permite entender cómo y por qué el actual gobierno de Venezuela exhibe -con razón- una alta cuota de legitimidad a pesar de su talante autoritario y antiinstitucional.

Las instituciones que el sector contrario al Gobierno concibe como esenciales a la moderna democracia representativa son arrolladas por un Ejecutivo armado con un discurso que es más democrático, en el...

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