«Como sociedad tenemos miedo a afrontar lo que puede dolernos»

El estudio de las religiones es una antigua obsesión de la antropóloga Michaelle Ascencio, autora de la novela Mundo demonio y carne Al fa, 2008 y el ensayo Las dio sas del Caribe 2007. Su más reciente libro, De que vuelan, vuelan, muestra la dimensión social de las religiones y de la magia en Venezuela, porque Âtal como escribe parafraseando a Max Weber ninguna religión está exenta de la dimensión mágica en la procura del bien personal o colectivo. Si las religiones han sido tradicionalmente las encargadas de otorgar un sentido a la vida, si son las contenedoras de la angustia de la muerte; si dotan, además, a sus adeptos de una identidad y de una pauta que rige su vida y regula su cotidianidad ... también la magia, que se define como la parte práctica e individual de las religiones, tiene un papel social muy específico que cumplir, escribe Ascencio en el libro que describe las devociones más numerosas en el país: el catolicismo popular, la religión evangélica, la de María Lionza y la santería. El trabajo de la profesora de la UCV señala cómo la proliferación de credos politeístas en la población Âla santería o la religión de María Lionza evidencia que más que sentirse culpables, noción fundamental del monoteísmo, los venezolanos se sienten perseguidos y buscan a quién responsabilizar de sus males. A esto lo denomina la dimensión persecutoria, que en el caso venezolano trasciende los dogmas de fe e impregna las relaciones entre la gente, manifestándose en una tendencia generalizada a echarle la culpa a otro y eludir responsabilidades. Por eso, las enfermedades sociales o individuales se asumen como castigos divinos y la magia se ha convertido en una práctica fundamental para identificar agresores. --En el libro concluye que los venezolanos proyectan el mal sobre los demás, aunque esto es contrario al estereotipo que describe el gentilicio como alegre y solidario. ¿Fue el derrumbe de esta imagen una sorpresa en sus investigaciones? --En general, las religiones se dividen en monoteístas y politeístas. Las primeras son las de la culpa y las segundas tienen a la persecución como modo de relación. La dimensión persecutoria del mal hace que la presencia del otro sea importante. La herencia religiosa indígena, española y africana, junto con el gusto por lo colectivo, nos hace considerarnos personas en sociedad. Esto hace difícil ser ateo en el Caribe. Somos solidarios y simpáticos, pero estos aspectos también forman parte del aspecto positivo...

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