Stalingrado queda en Maracaibo

En la plaza Baralt una estatua del intelectual zuliano mira de reojo a dos barbudos atlan tes que desde comienzos del siglo XX sostienen gruesas columnas en la fachada de un edificio ahora desvencijado donde antes quedaba la llamada Botica Nueva. El tiempo, tan inclemente como el clima local, ha hecho estragos en la estructura y pareciera que nada sostiene a los atlantes quienes ya sin fuerza, sucumbirán un día cercano y serán sepultados por el edificio al derrumbarse. Los frisos de la losa que ellos aparentan sostener, han desaparecido; las cabillas están a la vista y el deterioro de mamposterías y elementos estructurales hacen evidente la urgencia de una restauración. El deterioro de este y otros edificios históricos de la ciudad puerto más occidental de Venezuela, deriva de la indiferencia de organismos e instituciones, obligados por ley a cuidar y preservar el patrimonio construido, así como de la exclusión de universidades y museos en las decisiones sobre el patrimonio arquitectónico de la ciudad. El paso del tiempo, contami nación, humedad y salitre del clima, junto al descuido oficial, han llevado a la situación crítica que hoy evidencian las sin iguales edificaciones del casco urbano de Maracaibo. Hermosos detalles de diestros artesanos y mampostería de elevada calidad; balcones de madera o cemento; ventanas de romanillas, tragaluces y elementos de hierro o madera que tamizan la luz; paredes de bahareque o piedra, antiguos ladrillos de arcillas locales y mármoles importados de lejos; puertas con vitrales y pisos de baldosas de infinita belleza manufacturadas en las desaparecidas fabricas locales, son sólo algunos de los elementos arquitectónicos de inteligencia y estética superior que están siendo borrados hasta de la memoria. La misma suerte de los edi ficios que circundan y alojan a la plaza Baralt, la corren hoy los que se ubican hace más de un siglo en sus calles aledañas, como aquellos que habitan las cercanías de la estructura de hierro centenaria, otrora sede del viejo mercado de Maracaibo y que hoy da cobijo al excelente Centro de Arte Lía Bermúdez. También se suman al deterioro acumulado, aquellos edificios-almacenes de balcones y arabescos, como el Tito Abbo, que se prolongan sobre las calzadas y nos recuerdan el origen de las aceras techadas de El Silencio en Caracas. Otros, dan frente al malecón y protegen de vientos salitrosos a los cientos de...

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