Supervivientes

Si no hay harina, hacemos cachapas. Si no hay jabón de olor, usamos jabón Las Llaves.Si no hay papel higiénico, nos arreglamos con unos trapitos viejos. Así le contestó Gladys, una mujer humilde, a una joven profesora que se sentó a conversar con ella. Cuesta entender que alguien asuma el descalabro económico de su país con tanta resignación. El hombre es un animal de costumbre, se suele decir. El caso es que en el barrio de esa mujer, y en centenas, la precariedad es un modo de vida. Son los supervivientes históricos.Gente acostumbrada a la escasez como norma, a la violencia como paisaje, al futuro como una línea borrosa. El piso de la casa de Gladys es de tierra. En apenas 30 metros convive con 5 personas más. El traqueteo seco de las armas es la banda sonora de sus noches. Toparse con un cadáver en el ascenso al cerro es solo un signo ortográfico de su cotidianidad. Ella ha visto crecer a muchos de los integrantes de la banda armada más temible del barrio. Y soporta con estoicismo las colas de seis horas para comprar café y arroz. Gladys trabaja como personal de mantenimiento en una agencia de publicidad. Allí nadie le pregunta por su vida. Nunca. No saben si es casada, si tiene hijos, si le gusta la cerveza, si tiene lavadora o, al menos, luz eléctrica. No les interesa. Es solo una silueta que barre el piso y vacía las papeleras.*** Mi jefe jamás se ha acerca do a preguntarme cómo me siento, le contó un vigilante a Pablo, un maestro de La Pastora que gusta de indagar en la mente de los habitantes de las barriadas caraqueñas. Habló largamente de sus problemas.Diez minutos después le confesó: La realidad es muy fea.Pablo relata que la conversación se extendió por casi una hora. Al final, el guardián nocturno, sorprendido, le agradeció que lo escuchara. Nadie lo suele hacer.Una prostituta del barrio Los Postes le confió: Si sigo con esta vida, en cinco años voy a estar destruida. Hoy recibe una mensualidad del gobierno. Se logró ubicar en alguna misión.Esos Bs 3.000 me han salido muy caros, porque me obligan a ir a cada evento que arman. Pero algo es algo. Quizás se ahorra un poco de asco, el manoseo de varios borrachos, dos días que llegará más temprano a su casa.Tales anécdotas revelan la orfandad de los supervivientes de esta sociedad. Asoman un indicio de lo que significó la llegada de Chávez al poder.El papá de los helados, según la trabajadora sexual, los oyó, les dio una mano y una promesa de redención. Les dejó, en el hogar de cada...

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