Con temas de Guaco hablan de la duda de una generación

La historia dice que el bar El Pastelero fue el local en el que se presentó Guaco por pri mera vez en Caracas. No se sabe en qué parte de la ciudad está ubicado, pero los embates de la incertidumbre nacional confirman su existencia en un contexto reconocido por muchos.Esa es la fi cción de la que par te Vivo-El musical , obra escrita por Eduardo Sánchez Rugeles y protagonizada por Mariaca Semprún, Cayito Aponte y Rolando Padilla.Una barra, mesas y botellas son el marco de una obra en la que Natalia Semprún es la dueña de un bar que acaba de heredar de su padre, un lugar de innumerables vivencias como todo sitio de encuentro para la buena bebida y la conversa.Sin embargo, los pesares de la crisis trastornan la tranquilidad de la treintañera, que empieza a evaluar la idea de vender el negocio para irse del país o resistir.El fantasma de su padre, Aldo Aponte, aparece entonces como defensor de la permanencia y el arraigo. A esa tarea también se suma Antonio Padilla, socio del viejo dueño que se niega a abandonar todo.El tema de la diáspora me preocupaba porque no quiero encasillarme. Me aburre un poco tratarlo, pero es inevitable. Es difícil no trabajarlo con un personaje de la generación de Mariaca. Es imposible que no viva esa disyuntiva, afi rma Sánchez Rugeles.No es la primera vez que el novelista, que debuta como escritor de un musical, trata el tema de la emigración y el desarraigo. Sin embargo, asegura que esta vez hay una diferencia. No es que la obra sea más optimista, pero hay una refl exión sobre la esperanza que no está presente en mis novelas. Además, es difícil no sentir la emoción a la que invita Guaco, que para nada es negativa, señala.Vivo-El musical , dirigido...

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