Entre tiranos y villanos: Fuente Ovejuna, una lectura politicamente incorrecta.

AutorVillate, Jorge L.
CargoEnsayo literario

BETWEEN TYRANTS AND VILLEINS: FUENTE OVEJUNA, A POLITICALLY INCORRECT READING

Exordio

Nos proponemos esclarecer los hechos dramatizados en Fuente Ovejuna desde su propia perspectiva, comparando entre sí las declaraciones, actitudes y acciones de los personajes, a menudo contradictorias, que pudieran ser entendidas como pistas de una trama subterránea, dejadas más para el lector que para el espectador, porque el impacto emocional de la representación teatral quizá haría difícil, sino imposible, captar los matices o pistas asequibles a la lectura sosegada.

Partimos del criterio de que aún cuando esta obra se apoye en hechos históricos (1), una vez éstos entran a ser narrados o fabulados, ya dejan de ser tales y comienzan entonces a girar en torno a una lógica dramática (tiempo, espacio) que forma un mundo nuevo (2), aunque no necesariamente opuesto a las crónicas y tonadillas populares de las que supuestamente partió Lope, sino complementándolas.

Pero ya esto último sería objeto de una investigación ulterior. Por el momento, pretendemos terminar la averiguación iniciada por el juez en Fuente Ovejuna, mas, claro está, sin aplicar tormento alguno a los personajes en nuestra pesquisa, sino ensayando una arqueología de las pasiones. (3)

1

Generalmente, Fuente Ovejuna (4) ha sido interpretada desde la perspectiva de la defensa del "honor" del pueblo (5), sobre todo por las constantes apelaciones al "honor" tanto de villanos como de nobles. Pero haríamos bien en revisar el texto de Lope cotejando las palabras y las actitudes de los personajes en el devenir de los acontecimientos, para descubrir si detrás de la defensa del honor hay algo más, puesto que la impunidad de los homicidas con que cierra la obra, pudiera al menos poner en duda no sólo el honor, sino también la justicia, en tanto su fundamento.

En lo que pudiéramos considerar la introducción o preámbulo de esta obra [I, 104-116] se establece la conspiración como eje central--no restringida a la del Comendador contra la corona de Castilla y Aragón, como luego veremos--, y el motivo que en realidad hará que los Reyes sobresean la pesquisa contra los villanos y suspendan cualquier castigo en su contra.

Pero no es sino a través de una trama de traiciones/celos/despechos/honores ultrajados, que se da la conspiración-aspiración-al-poder y que se llega al asesinato, porque ¿qué les hubiera importado a los villanos estar bajo la autoridad de una u otra Corona (de hecho reciben como un héroe a Fernán Gómez, sabiendo que venía de combatir en Ciudad Real a favor de la Corona de Portugal [I, 500-505])?, y ¿qué hubiera podido mover a los Reyes a perdonar tamaño desafío a la autoridad, sino el haber sido en la práctica la neutralización de un peligroso conspirador por su ascendiente sobre el joven Maestre de una poderosa Orden militar? [I, 59-63, 681-82; III, 480-85].

A no ser por ambas conspiraciones--la del Comendador contra la Corona, pero sobre todo la de algunos villanos contra él, que desemboca en la revuelta--, aquél no hubiera sido asesinado, aunque sí eventualmente perseguido y castigado, a instancias de la Corona española [I, 669-702] y hasta muerto por el Maestre para descargo de su honor [III, 701-03].

En este sentido, Laurencia emergerá paulatinamente como paradigma reivindicador de la defensa del honor ultrajado. Pero sin haber sido aún agraviada, sino cortejada o pretendida por Fernán, poco menos que ya desea su desaparición [I, 173, 17778], aún cuando después reprende a Frondoso por desear lo mismo [II, 427]. Es el primer personaje que se muestra agraviado, mas no por haber sufrido ultraje alguno en carne propia, sino por la liviandad demostrada por Fernán Gómez, impidiéndole tomar con fines matrimoniales sus requerimientos amorosos [I, 189-195]. Es claro, entonces, que ella no lo rechaza principalmente por haber "descalabrado" a unas cuantas mozas, sino por no poder casarse con él [I, 191]. Según su lógica, sería bueno quererle si ello condujera al matrimonio [I, 189-191], no sólo respetando o reconociendo su honor, sino hermoseándole--como más adelante declara al definir su propio honor como objeto de su amor [I, 435]--, puesto que así se le reconocería más valor que a todas las demás villanas [I, 608], a las riquezas y a los supuestos méritos del Comendador, rechazados todos como moneda de cambio por su honor [I, 201-209]. Más adelante, condicionará su entrada en la casa de Fernán a ser acompañada por los Alcaldes [I, 607-09], como para buscar un compromiso legal o público, quedando nuevamente defraudada al percatarse de la encerrona que pretendían hacerle [I, 623-4, 626].

Al condenar la "infamia" de sus acciones [I, 193], o sea, el descalabro de otras mozas, lo hace más por su despecho que por la suerte de aquellas. El desprecio al honor de las aldeanas era algo común en aquella villa, como acuerdan Pascuala y Laurencia al valorar la actitud habitual de los hombres hacia las mujeres [I, 244274], lo cual no distinguiría entonces a Fernán Gómez de los villanos y confirmaría a la par el auténtico motivo del rechazo de éste por la moza: el no tomarla en serio de acuerdo al valor que ella atribuía a su honor.

De ahí que la trama de provocación-conspiración--enraizada en la venganza por el despecho--, sea el eje de los acontecimientos ulteriores, que se anticipan de algún modo en este diálogo al mencionarse de modo gratuito "el arroyo", lugar donde los criados sonsacan a Laurencia, ya que en sus cercanías se efectuará la primera provocación que dará inicio a la conspiración, como para no dejar a la casualidad la importancia de ese lugar para interpretar el sentido de lo que allí sucederá.

Justo aquí creemos ver el comienzo de la trama soterrada en la que apoyamos nuestra pesquisa, pues ¿qué buscan todas las acciones que en lugar de restaurar el honor agraviado pretenden destruir al ofensor, primero, disminuyendo su honor, luego, destruyéndole físicamente? La respuesta parece sencilla, pero no obvia, y el final de la obra lo confirma y hace explícito, a nuestro juicio: el poder que los personajes principales buscan de un modo u otro, a su medida, sea por adquirirlo (afirmarlo), mantenerlo y/o expandirlo, para lo cual deberán tomar el honor como máscara del poder, porque sólo reciben honores en la obra, y eventualmente los retiran o, por el contrario, los confieren, quienes detentan el poder y lo ejercen de algún modo. De ahí que adquirir, defender o aumentar el honor sea tanto como aumentar el poder, ya sea por la ascendencia o autoridad que reporta, como por los cargos o puestos en los que éstas y aquél se hacen visibles. Por tanto, minar la autoridad, basada en el honor o reputación del Comendador, a través de la provocación, fue la estrategia seguida para deslegitimar su poder, dejarle sin máscara y hacerlo, por tanto, invisible.

Laurencia no pretende acceder al poder de modo directo, sino cambiar su jerarquía interna, haciendo que sus parientes queden como máxima autoridad en Fuente Ovejuna. Su aspiración al poder nunca se muestra abiertamente, sino usando las armas que tiene a su alcance: la afectividad y reconocimiento despertados tanto por sus cualidades como mujer deseada por el Comendador (máxima autoridad) y por Frondoso (sobrino del Alcalde e hijo de un Regidor de la Villa), como por sus vínculos familiares, al ser hija del Alcalde y sobrina del padre del mozo, Juan Rojo.

El saberse deseada y requerida por Fernando no era razón suficiente para entregársele; la moza quería el casamiento y ni aún le convencen las riquezas que los criados de Fernando le presentan [I, 205-209], pues sabe que nada de ello, sino el casamiento [I, 189-191], le reportaría el poder que busca mediante el amor (deseo de hermosura) a su propio honor, al que busca incrementarle, hermoseándole [I, 409; 434-35].

No sólo defender su honor o valía contra el persistente asedio la mueve a tejer la primera encerrona o provocación en las cercanías del arroyo, sino básicamente el despecho por no tomar en serio la aspiración a enriquecer su honor. Sus juicios contra el terco pretendiente no podrían ser considerados sino como la reacción de quien se siente defraudada por la imposibilidad de ser requerida para concertar formalmente un matrimonio beneficioso. No hay dudas de que Fernán Gómez despreciaba el honor de los villanos, pero tampoco de que la moza pretendía hacer valer y enriquecer (hermosear, aumentar) su honor a través del matrimonio [I, 189-90].

A nuestro juicio, Lope trenza hasta tal punto el tema del honor con el de la conspiración para arrebatar y obtener el poder, que éste último pudiera muy bien ser tenido como trama principal que aportaría un nuevo sentido a la comprensión de la obra. Si aceptamos que la reacción de Laurencia a los desmanes fueron el despecho y la venganza, bien haríamos en verlos no sólo en la discutible inmediatez pasional, sino en cómo toman cuerpo a través de la provocación que generará paulatinamente una reacción colectiva que no fue tanto explosión vengativa en defensa del honor/ valor mancillado, sino el resultado de una provocación que supo aprovechar el malestar de los villanos y la torpe arrogancia del levantisco caballero. Y si bien no urdida en su totalidad desde el principio con el concierto de todas las partes, esta provocación sí estuvo muy centrada en su propósito de desplazarlo como autoridad prevaleciente sobre las demás autoridades en Fuente Ovejuna. Pero para saber de qué estamos hablando en cuanto al honor, mejor sería delimitar qué entienden los villanos por tal y en qué medida o cómo había sido mancillado.

Si el honor puede medirse por la valía, real o ficticia, de las personas (persona honorable, o sea, digna de respeto y reconocimiento por su valor propio), entonces el personaje de Laurencia se atribuye el máximo valor y, por tanto, honor, porque al ser reclamada tanto por el joven como por el Comendador, se les resiste gradualmente, pero en sentidos inversos: mientras aumenta el rechazo al segundo, disminuye la...

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