Trabajo sexual, droga, violencia y delito: (Abordaje clinico criminologico).

AutorContreras, Gelibert

Sex work, drugs, violence and crime: (A clinical criminological analysis).

Activité professionnelle sexuelle, drogue, violence et délit: (une étude clinico-criminologique).

Trabalho sexual, droga, violência e delito: (Abordagem clinico criminológico).

1.--Introducción. *

El interés criminológico actual, no se suscribe al estudio exclusivo del delincuente y de su conducta delictiva, hay otras conductas de particular interés criminológico que causan cierto malestar social porque suponen una situación fuera del orden "normal," y de los códigos de conducta de una sociedad, como lo son las conductas problemáticas y las desviadas. En términos criminológicos el oficio de las trabajadoras sexuales es una conducta desviada. Es esta conducta y sus implicaciones con otros comportamientos problemáticos, desviados e incluso delictivos lo tratado en el desarrollo del presente estudio.

1.1. Contextualizando la desviación y la conducta desviada.

La desviación se ha concebido como aquello que se aleja del promedio, tanto de forma negativa como positiva También, hay quienes se apoyan en una analogía médica para presentar la desviación como algo patológico, mientras que otros, la definen como la no observancia de las reglas grupales, definición mayormente aceptada por los teóricos. Becker (1971) afirma que los grupos sociales crean la desviación al hacer las reglas cuya infracción constituye la desviación; ésta no es una cualidad del acto cometido por la persona, sino una consecuencia de la aplicación que los otros hacen de las reglas y las sanciones (p.19), generando una reacción en la sociedad (Pith, 1980). Matza (1981) sugiere que la desviación es producto de la sociedad y citando a Durkheim afirma que la desviación es un rasgo común a toda sociedad, una conducta que se opone a expectativas institucionalizadas (Cohen, citado porAniyar, 1977). Lofland, citado por De Olmo (s/año), señala que el "homicidio, el suicidio, el alcoholismo, la enfermedad mental, la prostitución y la homosexualidad son algunas de las formas de conducta típicamente llamadas desviadas" (p.194).

Lemert citado por Garrido, Stangeland y Redondo (2001) diferencia la desviación primaria, referida a la primera acción desviada de un individuo, que por lo general tiene como finalidad resolver alguna necesidad, de la desviación secundaria, la repetición de los actos desviados, a partir del proceso de asociación y etiquetamiento; etiqueta que influye reforzando su propio autoconcepto de desviado, facilitando nuevas oportunidades de presentar conductas desviadas, sobre todo si es aprehendido por los organismos de control o bien por un proceso de asociación diferencial con otros en las mismas circunstancias, o mediante la interiorización de la etiqueta que le asignó la sociedad (p. 371).

Diversas posiciones existen frente a la desviación y a la conducta desviada, como por ejemplo la de Emile Durkheim (1985) para quien la desviación es necesaria dentro de una sociedad y depende de las normativas sociales o leyes en las diferentes sociedades. Por su parte la estructura social, según Merton (1964), ejerce una presión definida sobre los miembros de la sociedad que induce a adoptar comportamientos disconformes o "desviados" y la anomia es esa disfunción estructural, endémica crónica, estable, inherente al modelo social que incide de modo desigual en los diversos grupos sociales (p. 209). En este sentido, el trabajo sexual puede considerarse un modo de adaptación individual a las contradicciones de la estructura social. Otro paradigma, el paradigma del control, considera que una conducta deviene en delictiva porque se prohíbe por la ley. Esto es, según los teóricos del "labeling approach", que la conducta desviada no se resuelve en el momento normativo, sino a partir de la atribución del status criminal o etiquetamiento como desviado o como delincuente, dependiendo de la definición de la regla que violó.

1.2.--El Trabajo y la Trabajadora Sexual.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha definido, por encima del termino prostituta o prostituto, el trabajo sexual como la actividad ejercida por mujeres, varones y transexuales adultos y jóvenes que reciben dinero o bienes a cambio de sus servicios sexuales, ya sea de forma regular u ocasional, y que pueden definir o no conscientemente estas actividades como generadoras de ingresos (ONUSIDA, 2003, p. 3). La Organización Internacional del Trabajo (OIT) en su informe del año 1998 mencionaba explícitamente las características económicas de la actividad y las dimensiones de las transacciones financieras que a este trabajo están referidas, sugiriendo ser incluido dentro de las contabilidades nacionales y locales.

Entre las causas de inicio en el trabajo sexual identificadas por la Organización de las Naciones Unidas (2003), se encuentra la marginalidad, necesidades sociales y económicas, la disfuncionalidad familiar, mujeres sin familia o lejos de ella, madres solteras, el consumo de drogas asociada al sexo por dinero, los proxenetas, la inmigración ilegal o forzada y el aumento en los índices de desempleo.

La trabajadora sexual (Muñoz y colaboradores, 2007; Overs y Longo, 2002) es una mujer que gana dinero u otro bien mediante actividades de tipo sexual, ofertando su genitalidad o sus habilidades eróticas principalmente a los clientes masculinos pero también a veces a otras mujeres (p.21), en forma más o menos permanente y de manera consciente. En el entorno donde las trabajadoras sexuales se desenvuelven también es propicio a la ocurrencia de conductas problema, esos eventos que, según Pérez y Pérez (2006), se apartan de forma negativa del orden en que una persona ve y siente enraizada su vida, con connotaciones nocivas para la persona o su ambiente, tales como (Maurera, 2008; Colmenares, 2008; Rodríguez, Gutiérrez y Vega, 2003; Day, Ward y Boynton, 2001; Ramírez, 1998) el consumo y tráfico de drogas, hurto, aborto, la alta prevalencia de victimización, lesiones personales, por parte de sus clientes o parejas (Suratt y otros, 2004); así como el incremento significativo en las tasas de infección por VIH, hepatitis A y C, VPH, que a nivel mundial ha sido mayor en la población implicada en el trabajo sexual.

En términos criminológicos, las trabajadoras sexuales no pueden llamarse delincuentes en relación a la actividad a la cual se dedican. En la legislación venezolana lo que sí es un delito es constreñir a una persona a dedicarse al trabajo sexual. La Ley Orgánica Sobre El Derecho De Las Mujeres a Una Vida Libre De Violencia, define la "prostitución forzada" como la acción de obligar a una mujer a realiza uno o más actos de naturaleza sexual por la fuerza, mediante la amenaza de la fuerza, o mediante coacción (art. 43).

1.3.--Perspectiva criminológica del trabajo sexual como conducta desviada.

Entre los preceptos criminológicos que permiten la aproximación al estudio de la conducta desviada de las trabajadoras sexuales se tiene que, la probabilidad del comportamiento desviado y delictivo depende, según Reckless (1961), del equilibrio que establezca el individuo entre las presiones internas y ambientales, y los controles internos y externos, lo que daría mayor protección contra la desviación y la delincuencia. El autocontrol es, dentro de los factores internos, el elemento fundamental que puede prevenir la incursión en conductas inadecuadas. Según Agnew (2001), las personas son impelidas a la desviación y/o delincuencia por estados emocionales negativos, tales como la ira, frustración o resentimiento, a lo que puede responder adoptando diferentes soluciones comportamentales, como la utilización de medios ilegítimos para lograr sus objetivos, o la evasión de la situación a través del uso de drogas, por ejemplo; la imposibilidad de alcanzar objetivos sociales positivos, la privación de gratificaciones que un individuo ya posee o espera poseer y, el sometimiento a situaciones negativas o aversivas de las cuales no puede escapar son, según Agnew (2001) generadores de tensión.

La teoría del control social, formulada por Travis Hirschi, se fundamenta en que la existencia de vínculos afectivos con personas socialmente integradas constituye el principal elemento que retiene a las personas de implicarse en actividades desviadas y delictivas. Por tanto, la génesis de estas conductas se encuentra en la inexistencia o ruptura de vinculaciones sociales contrarias a la desviación y la delincuencia. Para Hirschi (2003) son cuatro los elementos del vínculo social, que a su vez se...

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