TRIUNFOS Contra Todo Pronóstico

Una voz interior le decía que él no había nacido para eso. Cada vez que veía caer heridos o muertos a sus compañeros en la banda Carro Negro –en la cárcel de El Rodeo, algo le decía a Gilber Caro que ése no era su lugar. "Aunque yo fuese el líder, la única explicación que le encontraba a seguir vivo era que para mí había otro propósito". ¿Líder, dijo? ¿Era un pran? Caro respira profundo. "Ésa es una palabra que ya no me gusta... Pero bueno, sí. Era un líder negativo". Un día, hastiado de la violencia, un recluso evangélico le habló de Dios. "Ya estaba bueno. Ese mismo día me quité la pañoleta, salí del territorio de mi banda y me fui a vivir con los pastores. Más nunca toqué una pistola. No volví". Como cabe suponer, que un pran decida redimirse de un día para otro puede despertar suspicacia aun en las almas más dispuestas. "Poco a poco les fui demostrando que me fui con ellos no para invadirlos ni para enconcharme, sino porque de verdad quería cambiar y vivir tranquilo". Era su segunda estadía en la cárcel. La primera, por drogas. La segunda –con sentencia de 20 años por homicidio. "Yo no lo maté, pero no podía decir quién fue", asegura. Cambiar de vida y reencontrarse con la senda del bien no fue precisamente un paseo. "Lloré muchísimo, le pedí perdón a mucha gente, empecé a leer mucho y no fumé más". El cambio de Caro fue tan sensible que conquistó a una enfermera de la PTJ, con la que se casó y hoy tiene una hija de 5 años. Aunque aún no estuviese afuera, su nueva misión fue colaborar desde la cárcel en la construcción de una casa hogar en Guatire planeada por su congregación (Liberados en Marcha)para ayudar a expresidiarios a reinsertarse en la sociedad. Su buena conducta lo sacó de El Rodeo. Dos días después regresó para ayudar a quienes aún quedaban adentro. Ahora está libre bajo régimen de presentación mensual y sigue trabajando por los presos. "El día que me soltaron, sentí que otra vez se me vino el mundo encima, pero para bien. Cuando salí no tenía sueldo; empecé vendiendo empanadas mientras trabajábamos en la construcción de la casa hogar. Después empecé a trabajar en Fundación Techo y Negra Hipólita, para ayudar y dar cursos de autoestima". Cuando se encara un escenario donde todas los pronósticos están en contra, Caro asegura que mantener una opinión positiva de sí mismo es fundamental. No dudar, no huir, no caer en pánico. Lo certifica Vanessa Peretti, una cumanesa sordomuda de 25 años tan coqueta y desenvuelta como cualquier muchacha de su edad. Peretti se hizo un rostro conocido cuando concursó en el Miss Venezuela representando a su Estado en 2006, y en años recientes, cuando se desempeñó como conductora del segmento de farándula en el noticiero de Televen.

Al contar su historia por medio de señas, Peretti no escatima en frescura ni entusiasmo. "Cuando me ofrecieron participar en el Miss Venezuela, pensé que era muy difícil", admite. Fue su costumbre de enfrentarse a escenarios adversos Âcursó todo el bachillerato en un colegio normal, sin ayuda de intérprete...

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