El último viaje de la izquierda

La izquierda venezolana da tumbos entre las patas del enloquecido caballo de lo que quiso ser una revolución. Es posible que haya muerto y la polvareda no deje ver el huesero. Su sentencia fue firmada el mismo día que se casó con la aventura militar de Chávez.En América Latina nunca se avinieron bien la izquierda y los militares, aunque hubo sus romances. Ya que no fue posible que el proletariado hiciese la tarea que Marx le confió y dado que la victoria de Fidel solo se repitió parcialmente en Nicaragua, la izquierda venezolana que buscó con de nuedo el poder muchas veces se encandiló con las charreteras. El Barcelonazo, el Carupanazo y el Porteñazo, los golpes de 1992, son testimonios de su inútil viveza.En el casorio entre los mili tares y el grueso de la izquierda falsamente astuta, sin duda esta llegó al poder en el mismo salto en que perdió el sentido y la ética de lo que decía animar la búsqueda de ese poder. El espíritu redentor que la impelía fue entregado como sacrificio en la cripta en la que Hugo Chávez exigió el voto de obediencia. Hubo dirigentes que me hablaron de sus discordias con el militarismo impuesto, pero no tuvieron fuerza para plantearlo, salvo algunos que se cuentan con los dedos del pie izquierdo. Otros no lo hicieron porque suponían que en el camino se enderezarían las cargas.El resultado de 16 años es un régimen militarista, convertido en una dictadura posmoderna o del siglo XXI, que arruinó...

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