Zoquetería endógena

Se nos ha querido reducir, gracias al muy manido maniqueísmo que parece ro dearnos de forma hermética, a un pueblo de vivos y zoquetes. De los primeros ya hablé, de los segundos, que formamos una silenciosa y digna mayoría, pocos quieren tocarnos. Aplican de manera implacable la regla aquella de anotarse a vencedor y, por ello, nos miran como lo hace un tigre a un saco de mameyes. Esa actitud se ha hecho norma de tal manera que es cumplida a pies juntillas, cual si de un mandamiento divino se tratara, en una acera y en la otra.Se utiliza la palabra, cuando no una más altisonante, para descalificarnos o dejar sentado que somos algo menos que un detritus ante sus magnos ojos. Craso error de los prepo tentes que no se cansan de jugar a hijos de su propio Olimpo. Casi 28 años atrás, el 16 de mayo de 1989, en entrevista televisiva Arturo Uslar Pietri al reconocer nuestra probidad como valor ciudadano, aseguró: Aunque serlo no le signifique alguna recompensa, y no faltará desde luego alguien que le diga: Caramba, ese hombre sí es honesto. Pero lo más seguro es que le declaren más bien pendejo.Entre pitos y flautas son si glos de maltrato los que suma el país, ha habido pálidos destellos de equidad que nunca se han podido convertir en faro que nos marque el destino que bien merecemos. Hastío, impotencia e indignación han sido el coctel que siempre nos ha embriagado fulminante, para sumergirnos en una borrachera sin fin de promesas inauditas y...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR