El aire de Caracas se llena de cemento

La nube de polvo pardusco que se apodera de la escuela Doña Esther de Gouverner, cerca del puente Los Leones en El Paraíso, proviene de la planta de concreto La Yaguara. Pese a que la fábrica no está a simple vista, suele ser detectada con facilidad por el sentido del olfato. Karina Alonzo, supervisora docente del centro de educación, asegura que el penetrante olor emanado por la planta podría representar una molestia menos considerable. Son las consecuencias las que preocupan, no el olor. Tenemos 260 niños en diferentes horarios y 45 trabajadores, indica. El concreto causó enferme dades respiratorias en la zona. Desde hace seis meses ha empeorado la situación, aunque la concretera tiene más tiem po. Cada semana tenemos casos de niños que se enferman de gripe, asma o algún virus. Hemos tocado varias puertas para buscar ayuda, señala. La escuela, que atiende a ni ños de edades comprendidas entre 1 y 6 años, no es el único lugar lleno de polvo de cemento. Al lado de la institución está el Hospital Dr. Miguel Pérez Carreño. Una trabajadora del centro médico, que prefirió no identificarse por temor a represalias laborales, afirma que los pacientes también son afectados por la planta de concreto. Es triste que acudan para que los atiendan por unas enfermedades y salgan con otras. La unidad de rehabilitación es la más perjudicada por su cercanía con la concretera, explica. También se encuentran comercios, vendedores ambulantes y algunas viviendas en las adyacencias de la planta. El Ministerio del Ambiente y el Instituto Venezolano de los Seguros Sociales, adscrito al Ministerio de Salud, conocen las consecuencias de la fabricación de concreto en el lugar. La planta fue instalada hace más de un año, aproximadamente, para surtir de material a una obra de la Gran Misión Vivienda, depende de la Corporación Socialista de Cemento y tiene la meta de construir más de 1.104 apartamentos para damnificados. Delymar Blanco, maestra del plantel, reinventa estrategias para afrontar diariamente el remolino de partículas contaminantes. Sacude las cortinas para torear el aire, pasa paños húmedos por mesas y ventanas y barre por lo menos dos veces al día. Nunca es suficiente, siempre se vuel ve a ensuciar todo de polvo, asegura. El relato de la mujer es en trecortado por su tos escandalosa. Todos vivimos...

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