Ánimas de la sabana... pura paja

Opio para el pueblo. Eso es el cuento de los espíritus del llano, las ánimas de la sabana, el fer vor por el manto de la Virgen, las misas superpublicitadas, todos los rituales revueltos en un espectáculo para las masas. La verdad es que Chávez es tá gastando auténticas fortunas, extraídas del tesoro público, de dónde más, en atender su salud. La exhibición de supersticiones, entreveradas con protocolos de la Iglesia católica, que, por cierto, parece haber sido favorecida por la propaganda del régimen, no es más que entretenimiento para las masas venezolanas que, ni en sueños, podrían disponer de las sumas que el Presidente aparta para sus tratamientos. Mientras los hospitales del Es tado siguen su acelerada carrera hacia la inopia y la medicina privada sufre el asedio de la revolución, Chávez, el hijo del maestro de escuela, tiene a su disposición todos los métodos que se conocen, como él mismo ha dicho. Lo que no revela es cuáles son esos métodos, dónde se aplican, en qué clínicas o centros de salud del mundo, cuánto cuestan y quiénes tienen acceso a ellos. Lo que sí está claro es que los venezolanos no tenemos las mismas oportunidades de las que goza el jefe del Estado, cuyo acceso a las arcas de la república es ilimitado, y a quien no le avergüenza ni por un instante el hecho de ir al extranjero en procura de atención médica, porque la medicina pública del país que ha gobernado por 12 años no puede garantizarle la vida. El cáncer de Chávez ha reflotado la perversa relación que priva en Venezuela entre medicina y desigualdad. El 11 de julio, la cuenta de Twit ter de Hugo Chávez Frías decía: Desde aquí, Chávez paciente, en batalla por el retorno pleno! ¡Con mi Dios y los espíritus de la sabana!. Por esos mismos días el Indepabis ejercía el terrorismo de Estado, obligando al sector privado de la salud a regirse por un baremo emplazado en 20% menos que en enero de 2010, bajo amenaza de confiscar las clínicas. Estará encomendado a instan cias sobrenaturales, pero al mis mo tiempo se hace contratar los tratamientos más modernos y sofisticados, que no consisten, precisamente, en esa adulteración de la cultura wayúu que montaron hace unas semanas en el Zulia. Un embeleco más...

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