Las aulas universitarias se quedan sin generación de relevo

Daniel Maggi extraña ser profesor. Añora, especialmente, el encuentro con sus alumnos, el estudio constante, la vida universitaria. Durante tres años, mientras se desempeñó como docente de Periodismo en la Universidad Central de Venezuela, disfrutó del reto de enseñar a otros. Pero, pese a sus satisfacciones profesionales, se vio obligado a renunciar. Tomó esta decisión, en pri mer lugar, porque quería hacer un proyecto de investigación para aplicar a una maestría. Además, llegó el momento de presentar el concurso de oposición y comenzó a pensar si era conveniente dedicarse por muchos años a la docencia. Se trataba, dice, de una elección de vida: No me sentí preparado ni económica ni académicamente para hacerlo. Estoy llegando a los 30 años de edad y uno se plantea muchas cosas que son incompatibles con el sueldo de un profesor. Maggi tenía 3 secciones de 25 alumnos, y ganaba 2.500 bolívares mensuales y entre 700 y 800 bolívares por tickets de alimentación. Para cubrir sus necesidades, hacía otros trabajos a destajo. El caso de María Alejandra Berroterán es parecido: era profesora instructora a tiempo completo en ese departamento y recibía 1.900 bolívares mensuales. Ella también renunció a su cargo no sólo por los bajos ingresos, sino también por la inseguridad. La situación es similar en otras instituciones. Rafael Álvarez, presidente de la Asociación de Profesores de la Universidad Simón Bolívar, dice que no sólo renuncian profesores jóvenes, sino también los que tienen más de 10 años en la universidad. Agrega que se trata de un problema de múltiples causas. Las malas condiciones laborales Âcon bibliotecas obsoletas, laboratorios sin dotaciones y pocas posibilidades de actualización profesionalÂ, que se suman a los bajos salarios, ahuyentan a los profesores. Esos dos aspectos se unen y generan una merma que incide en la calidad de la educación, asegura. El dirigente advierte que hay un gran peligro con estas fugas de talentos: Si se siguen incrementando, se presentarán dos escenarios en el futuro: o habrá programas que no podrán ser atendidos, o las universidades tendrán que contratar a personas sin capacitación. Menos investigación. Maggi sabe de casos de profesores que se han quedado en la universidad a tiempo convencional; es decir, asisten sólo a unas pocas horas de clases. El problema es que con este tipo...

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