Un camino de obstáculos

Iván Pirela echa arena sobre la vía. Con ella no hace más que maquillar las irregularidades que abundan en el pavimento. Está desempleado, pero, a decir verdad, le sobra trabajo. Los conductores no pueden sino pasar despacio en esa parte de la avenida 5 de El Bajo, en el municipio San Francisco del estado Zulia. Saludan con gritos que evidencian una carga de frustración más allá de la cortesía: "¡Epa, denle asfalto a ese hombre!"; "Ese es el único que se preocupa por esto". Su esfuerzo parece estéril, porque basta una brisa de la ribera del lago de Maracaibo para deshacer lo adelantado. Pero los choferes igual recompensan con dinero a Pirela. A los 51 años de edad, el olvido le abrió una oportunidad de dejar atrás su oficio de buhonero: "Hago falta porque nadie arregla la vía y lo que gano aquí lo uso para comer". Francisco Figueroa, de 49 años de edad, detiene su viejo Chevrolet Malibú a un costado. No se hace de rogar para expresar su opinión. Como los demás miembros de la línea de transporte San Francisco-El Bajo, detesta el tramo de 4 kilómetros donde Pirela se presenta a trabajar cada mañana: "Es muy difícil circular por aquí y sólo puedo hacer cinco viajes diarios. A cada rato tengo que arreglar el tren delantero del carro". No es el único habitante de la zona a quien le parece insólito que alguien pueda vivir de paliar las fallas de vialidad precisamente en la parroquia en la que opera la refinería Bajo Grande de Petróleos de Venezuela, en la que se procesan 12.000 barriles diarios de una de las mejores materias primas del mundo para fabricar mezclas de pavimentación. Justo lo que se necesita para recuperar esa avenida cercana -a sólo 5 kilómetros- y para eliminar las calles de tierra que afloran en las comunidades de El Bajo como recordatorio de una tarea que aún se encuentra pendiente. De los muelles de la refinería zarpan barcos con el producto para otras latitudes: "El cemento asfáltico Boscán es muy buscado para la exportación", indica Gustavo Corredor, presidente del Instituto Venezolano del Asfalto. Pero allí también cargan los camiones que alimentan con el insumo al mercado nacional constituido por más de 230 empresas (la mayoría privadas) que controlan la fabricación de las mezclas y la pavimentación. Yoleida Sulbarán, de 51 años de edad, es portavoz de un sentimiento agridulce de los habitantes de El Bajo: "Deberíamos ser una vitrina para el resto del país y del mundo, pero no es así". Vive en San Miguel, un sector cruzado por avenidas deterioradas o sin asfaltar. Sabe que su entorno bien podría ser considerado como el símbolo a escala de una paradoja venezolana: la de ser una nación petrolera con un sistema vial en crisis. "Nuestra vialidad está en un estado deplorable y no ha sido por falta de materia prima", señala Celia Herrera, presidenta de la Sociedad Venezolana de Ingenieros Viales. La red interurbana, constituida básicamente por autopistas y carreteras, tiene aproximadamente 96.000 kilómetros, según datos de los expertos. Del total, poco más de un tercio dispone de vías pavimentadas. En ellas, las fallas se han convertido en una cotidianidad descorazonadora. No importa si es para los conductores que han tardado ocho horas y media, el doble de lo necesario, en un viaje a Puerto La Cruz (esquivar los huecos de la vía de Unare puede ser una prueba para los nervios); o si es para los usuarios del transporte a El Junquito que deben invertir horas preciosas de su tiempo en medio de lo que parece un paisaje lunar; o si es para quienes han proferido las peores palabras al atravesar como una pista de motocross el viaducto de La Cabrera, en la Autopista Regional del Centro. Son apenas ejemplos de una lista que los lectores podrían ampliar a gusto. Mantenimiento. Puede que poco les importe a los habitantes de El Bajo o a cualquier conductor que acaba de estremecerse por haber caído en un hueco. Pero Venezuela logró desarrollar en la década comprendida entre 1950 y 1960 una red de vialidad que era motivo de envidia regional. "Fue un ejemplo para el resto de América Latina", asegura Herrera. Hoy existe una situación completamente opuesta. Durante su comparecencia de hace tres semanas ante la Asamblea Nacional, Francisco Garcés, ministro de Transporte y Comunicaciones, afirmó que el país vive la "peor emergencia vial de su historia" como resultado de las lluvias del último trimestre...

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