'Yo tengo cáncer': morir para volver a nacer

Se estima que al finalizar 2021 más de 3.000 mujeres con cáncer de mama habrán fallecido en Venezuela y más de 7.500 habrán sido diagnosticadas con la enfermedad.El cáncer es una enfermedad que irá en aumento en el mundo, que no se puede evitar. Las proyecciones de incidencia y muertes pueden llegar a ser desalentadoras. Y más en Venezuela.El cáncer es la segunda causa de muerte en el mundo. También en Venezuela.En el país no se actualizan las cifras de los boletines epidemiológicos desde hace 5 años, lo que indica que el Ministerio de Salud debe más de 200 reportes.Se sabe, sin embargo, que el cáncer de mama es la primera causa de muerte en la mujer venezolana y el primer tipo de cáncer que se diagnostica desde hace cinco años.Hablar del cáncer es tener que reflejar los números rojos de las estadísticas, aunque sus víctimas son más que cifras. Cada año 10 millones de personas mueren por esta enfermedad y se prevé que en las próximas décadas los nuevos casos aumentarán para llegar a ser casi 50% más altos en 2040.El cáncer de mama es el tipo de cáncer más común, con más de 2,2 millones de casos en 2020. Es la principal causa de mortalidad en las mujeres, y el año pasado alrededor de 685.000 fallecieron como consecuencia de esa enfermedad.Aunque los estudios indican que las muertes por este tipo de cáncer se registran en mayor cantidad en países de ingresos bajos y medianos, en Venezuela el panorama es devastador.Desde que se empezaron a percibir los efectos de la crisis económica, el sector salud fue uno de los primeros en evidenciar el impacto que esta comenzaba aflorar.Llegar a cumplir el tratamiento completo del cáncer de mama, y de cualquier tipo de cáncer, en los tiempos establecidos, es casi imposible por la inexistente atención del Estado a los reclamos de la población, de los pacientes y familiares que sufren esta enfermedad. El aumento de las muertes por cáncer en el país se ha acelerado porque la línea de tratamiento está fragmentada: no hay tratamiento quirúrgico, con radiaciones y oncológico.Las pacientes recurren a las ONG con la esperanza de conseguir los fármacos, pero en ellas tampoco hay garantía de ello porque las organizaciones dependen de las donaciones que reciben. Hacen lo que pueden. Las pacientes deben emprender entonces una búsqueda larga y tortuosa para lograr, o al menos intentar, obtener sus tratamientos. Son muchas las que mueren en el intento.Mildred Varela ha vivido en carne propia la enfermedad. La padeció al principio de la crisis del país, en el año 2014, y conoció a profundidad la realidad de los pacientes oncológicos. Físicamente ha superado el cáncer, ya no hay ningún tumor en su cuerpo, pero le falta el alta médica para clínicamente ser considerada sobreviviente. Aunque ya lo es.Su proceso no lo ha vivido sola. Para ella ha sido clave en su recuperación el apoyo de su familia y amigos, sus ganas de vivir y, sobre todo, su fe en Dios, a quien le atribuye la oportunidad que tuvo de ver el claro en medio de la espesura.Cuando Mildred supo que tenía cáncer de mama fue por un autoexamen. Aunque la enfermedad ya estaba bastante avanzada, sí pudo hacerle frente y evitar que siguiera desarrollándose.«Nunca me había hecho el examen, nunca me tocaba ni nada, hasta que vi que la periodista Eva Ekvall había fallecido de cáncer; eso me impactó muchísimo y dije: "¡Wow!, uno de verdad vive una vida tan agitada, uno no se toca". Entonces decidí revisarme. Justo cuando empecé a revisarme, sentí algo en las axilas», cuenta.Eso fue en el año 2013. Tenía 43 años de edad.Cuando acudió al médico efectivamente le dijeron que tenía un nódulo en la mama izquierda, pequeño, de seis milímetros, y que tenía una adenopatía: los ganglios de las axilas los tenía recrecidos.Pero en ese momento los médicos no le indicaron que tenía que hacerse una punción o algún otro procedimiento para tratar su patología. En 2014 esa dificultad en la axila le fue incomodando más, al punto de no tolerar el desodorante ni poder subir el brazo porque sentía una presión que no podía soportar .«Fue entonces cuando algo me comenzó a decir: "Mildred, tienes cáncer, tienes cáncer". Pero yo calladita… no le decía a nadie. El tiempo fue pasando. En enero de 2014 fui al médico porque pensaba que tenía que tener algo allí. Eso no era normal. Pero el médico me dio un diagnóstico exactamente igual. Me hacen un eco y no me mandan a hacer biopsia. Me mandan a tomar centella asiática», asegura. «Yo decía que tenía que tener algo, porque tengo antecedentes familiares de cáncer de mama. Seguí empeorando de la axila, me incomodaba muchísimo. Ya no dormía porque sentía un temor horrible a tener cáncer».En marzo los síntomas siguieron manifestándose.«A mí me empezó como si me hubiera picado un zancudo en la mama. Recuerdo que iba manejando, y sentí como si se me había metido un zancudo debajo de la blusa, me empecé a rascar y me empezaron a salir...

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