Carlos Oteyza: Desde hace 20 años se ha hecho muy difícil conocer nuestra historia

Ha logrado unir en su trabajo como director sus dos grandes pasiones: la historia y el cine. Sobre todo en la última década, Carlos Oteyza, de 70 años de edad, se ha propuesto recuperar la memoria del país y presentarla a las nuevas generaciones. A esas que no conocieron aquella Venezuela pujante que avanzaba hacia la modernidad; un país, también, que no se preocupó por vigilar la libertad que había conquistado aquel 23 de enero de 1958, cuando cayó la dictadura de Marcos Pérez Jiménez. Una nación que no creyó necesario mirar su pasado para avanzar hacia el futuro.El próximo año se cumplirá una década del estreno de Tiempos de dictadura, tiempos de Marcos Pérez Jiménez; en 2016 presentó en 100 minutos CAP 2 Intentos, un recorrido por los dos períodos de Carlos Andrés Pérez; dos años después llegó El pueblo soy yo: Venezuela en populismo, documental producido por el historiador mexicano Enrique Krauze que no se proyectó en el país y desde el 14 de octubre está en algunas salas, no en todas las que debería, Rómulo resiste, una nueva mirada del realizador de Mayami nuestro (1981) al segundo período del fundador de Acción Democrática. Una época que la historia venezolana, dice Oteyza, ha dejado de lado y que merece ser contada, que también está disponible en streaming por Ticketplate y Goliiive. «Admiro su liderazgo, admiro al político que entendió que había que trabajar en una coalición para mantener el régimen civil y democrático», reconoce el director sobre el convulso período entre 1959 y 1964 en el que Betancourt tuvo que defenderse de los extremos, en el que sobrevivió al atentado organizado por el dictador dominicano Rafael Leónidas Trujillo e ignoró a Fidel Castro, que tanto luchó por derrocarlo y que hasta lo llamó prostituta; pero también fue el gobierno de un líder que cimentó las bases de un país que creía en las instituciones y en los partidos políticos, un país que en medio de tantos conflictos permitía que sus ciudadanos progresaran, en el que se construían escuelas, vías, puentes y en el que se creó la OPEP.Todo esto valiéndose de inéditas imágenes de archivo que le permitieron al director, luego de tres años de exhaustiva investigación, ofrecer un documental que le permite al espectador situarse en ese momento histórico contado en dos tiempos: el de los hechos y el de la mirada de un Carlos Oteyza niño, casi preadolescente, que va narrando en la voz del actor Sócrates Serrano cómo vivían él y su familia aquella época próspera no exenta de preocupaciones por lo que ocurría en Venezuela.Una época en la que también aquel joven estudiante del colegio San Ignacio, que vivía en la calle San Marino de Chacao, descubría su pasión por contar historias usando imágenes, algo de lo que no era muy consciente. Eso sí, sabía que le gustaba registrar, le apasionaba la fotografía. Su madre, recuerda, tenía una muy buena colección de imágenes, de las que se quedó con buena parte. «No precisamente porque iba a hacer cine», dice el también fundador de Cine Archivo de Bolívar Films.—¿Ejerce como historiador a través del cine?—Seguramente se confunden tanto mi pasión por el cine con la de mis estudios. Mis años de estudio de Historia en Francia van a marcar buena parte de mi historia fílmica. Comencé con documentales, después largometrajes y los últimos años he terminado haciendo documentales. Pero sí, es imposible separar ambos, en cada producción están el cineasta y el historiador que hacen posible disfrutar una película y que no sea solo información. Es uno de los constantes enfrentamientos en mi creación.—¿Por qué? —Porque hago documentales y el documental es historia, que puede ser algo tedioso. Y la intención es...

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