Chacas y el cielo

Chacas está más cerca del cielo que cualquier otro lugar del planeta. Para llegar allí hay que escalar los nevados de la cordillera de los Andes, cruzar abismos vertiginosos, alturas que raspan los 5.000 metros y bajar luego, por laderas escarpadas que sobrevuelan los cóndores, al callejón de Conchucos, en el departamento de Ancash. Allí, entre quebradas, riachuelos, lagunas, sembríos, pastizales y un contorno donde se divisan todas las tonalidades del verde está el pueblo, de 1.500 habitantes y capital de una provincia que alberga más de 20.000.La extraordinaria belleza de este lugar no es sólo física, también social y espiritual, gracias al padre Ugo de Censi, un sacerdote italiano que llegó a Chacas como párroco en 1976. Alto, elocuente, simpático, fornido y ágil pese a sus casi 90 años, posee una energía contagiosa y una voluntad capaz de mover montañas. En los 37 años que lleva aquí ha convertido a esta región, una de las más pobres de Perú, en un mundo de paz y de trabajo, de solidaridad humana y de creatividad artística.Las ideas del padre Ugo son muy personales y muchas veces deben haber puesto a los superiores de su orden los salesianos y a los jerarcas de la Iglesia muy nerviosos. Y a los economistas y sociólogos, no se diga. Cree que el dinero y la inteligencia son el diablo, que los enrevesados discursos y teorías abstractas de la teología y la filosofía no acercan a Dios, más bien alejan de él, y que tampoco la razón sirve de gran cosa para llegar al Ser Supremo. A éste, en vez de tratar de explicarlo, hay que desearlo, tener sed de él, y, si uno lo halla, abandonarse al pasmo, esa exaltación del corazón que produce el amor.Detesta la codicia y el lucro, el piélago burocrático, el rentismo, los seguros, las jubilaciones y cree que si hay que hacer alguna crítica a la Iglesia Católica es que se haya apartado de los pobres y marginados entre los que nació. Ve la propiedad privada con desconfianza. La palabra que en su boca aparece con más frecuencia, impregnada de ternura y acentos poéticos, es caridad.Cree, y ha dedicado su vida a probarlo, que la pobreza se debe combatir desde la misma pobreza, identificándose con ella y viviéndola junto con los pobres, y que la manera de atraer a los jóvenes a la religión y a Dios, de los cuales todo en el mundo actual tiende a apartarlos, es proponiéndoles vivir la espiritualidad como una aventura, entregando su tiempo, sus brazos, sus conocimientos, su vida a luchar contra el sufrimiento...

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