Los colores del verde

AFrances Davison, nacida en Estados Unidos, le pregunté alguna vez aquí: ¿Qué es lo que más te gusta de Venezuela? y después de mirar sin destino mientras pensaba unos segundos, dijo: ¡El color!, y reiteró: Hay millones de colores, miles de verdes y muchos amarillos, naranjas, rojos... Cada color tiene cientos de tonalidades y están en las plantas...las frutas, las flores... ¡todo es multicolor!. Desde entonces, pude percibir y disfruto ampliamente ese espectáculo cromático que nos rodea, gracias a la sensible percepción de esos ojos extranjeros que evidenciaron con emoción lo que suele pasar desapercibido a nuestra acostumbrada mirada, inmersa desde siempre en este paisaje.Frances vino de Eugene, Ore gón, donde los tonos verdes dominan el entorno y luchan con el gris que trae la lluvia cotidiana, todo el año al noroeste americano. Allá, sólo los ocres y tonos amarillo-naranja del otoño, logran dar brillo al verde humedecido que narra eterno la placidez de esa bella región. Aquí, en esta zona del planeta, la luz del trópico y su prisma cromático, la sedujo.Igual ocurrió con Jesús Hoyos, hermano de la Orden La Salle, quien llegó a estas tierras desde España cuando era un mozalbete, y desde siempre la naturaleza portentosa y diversa del país lo cautivó. Los colores, las formas y especiales texturas de nuestra infinita diversidad botánica atraparon para siempre su interés. Desde temprano se dedicó a estudiar y escudriñar a fondo la vegetación tropical.La alta diversidad de ecosis temas y zonas de vida permite convivir en Venezuela, a unas 25.000 especies de plantas con semillas, sin contar otros organismos botánicos como algas, hongos, líquenes, briofitas y helechos. Esa vital vegetación seguramente indujo a Hoyos a estudiar Biología en la UCV donde inició la adquisición sistemática de conocimientos que consolidó en Lovaina y París.Pero más fuerte que su afán de conocimientos era su emocional interés hacia lo visible en el paisaje vegetal de la nación.Se propuso atrapar esos colores, esas extrañas formas, esos exuberantes organismos. Con rigurosidad y constancia, armado de una libreta, cámara y una inmensa paciencia que siempre le acompañaron, no dejaba de registrar flores, frutos, plantas, ramas, hojas, espinas, tallos filamentos y cuanto elemento botánico se atravesaba a su paso. Llevado por su pasión y percepción, inventarió en imágenes buena parte de los seres vegetales con los que cohabitamos. El reto era descomunal.Sólo en los Andes...

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