Se creía a salvo y lo mataron

En la capilla 4 de la Funeraria Central, Ramona Jota esperaba a que finalizara la preparación del cadáver de su hijo, Carlos Antonio Camacho Jota. No pudo evitar las lágrimas al pensar que unas horas antes estaba vivo, al lado de sus dos hijos y de su segunda esposa, Yelitza Zambrano.

Ahora lo llevarán en un ataúd al cementerio, en caravana con sus amigos y compañeros de trabajo de la Unión de Conductores del Oeste.

Los transportistas llegaron a la funeraria luego de terminar una reunión con representantes de las policías, el Ministerio de Relaciones Interiores y el gobierno municipal. Su petición fue que se incrementara la vigilancia policial. Que los guardias nacionales dejen de chatear por teléfono con sus novias y traten de controlar el hampa en La Vega.

Yo le digo, mijo, aquí no creo que haya justicia. Pero arriba sí que habrá, dijo la madre.

Al igual que Zambrano, cree que su hijo fue víctima de una muerte por encargo. Recordó que el hombre que le dio los dos disparos en la cabeza era casi un menor de edad.

El asesino sabía que él lle garía a la parada final de la línea, en Los Mangos de La Vega, allí maniobraría para devolver el autobusete negro y volver a cargar pasajeros.

En ese momento, el homicida entró en el vehículo, accionó su arma y huyó en una moto que lo esperaba.

Camacho murió a los 33 años de edad.

Amenazas. El único oficio que conocía Camacho, además de ser conductor de transporte público, era la mecánica. Su esposa recordó que cuando él volvía a casa antes del anochecer le hacía mantenimiento a su vehículo.

Camacho le había confesa do a su cónyuge que hace dos semanas se cruzó con una mujer a la que conocía des de hace años, y lo...

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