Un cuento chino

Carlos Fernando Chamorro preparaba su programa de televisión Esta Semana en Managua, y antes de grabar el segmento con la entrevista sobre mi nuevo libro de narraciones Flores oscuras le tocaba comparecer al doctor Jaime Incer Barquero, el más reputado de los científicos nicaragüenses y lúcido defen sor de nuestro patrimonio ecológico cada vez más disminuido y abusado. Desde el estudio mismo donde aguardaba me dispuse a escucharlo lleno de expectativa, pues iba a hablar sobre el proyecto de construcción del Gran Canal interoceánico que hoy acapara, una vez más, la atención del país.Un tema recurrente de nuestra historia, que yo diría vicioso, una especie de sueño maléfico que nos aparta de todo los demás para arrastrarnos hacia esa eterna panacea entre brumas de opio. Pobreza, ignorancia, marginalidad, injusticia económica, todo queda cubierto una y otra vez por este velo mágico. El estrecho dudoso, que viene desde los tiempos de la conquista, cuando se buscaba el paso entre los océanos para llegar a las tierras del Gran Kan, y que ha desmedrado nuestra soberanía a la hora de firmar tratados como el Chamorro-Bryan con Estados Unidos en 1914, el epítome nacional de la aversión antiimperialista.El presidente Ortega ha enviado a la Asamblea Nacional una ley que otorga una concesión por cien años para la construcción del Gran Canal a una incierta compañía china, HK Nicaragua Canal Development Investment Co, presidida por un misterioso personaje, Wang Jing. El consorcio de papel se halla establecido en algún lugar de la vasta Hong Kong, pero está inscrito en Gran Caimán, y se ha comprometido a invertir 40.000 millones de dólares en la obra, que además del canal acuático incluye lí neas ferroviarias de costa a costa, puertos en ambos océanos, aeropuertos, carreteras de alta velocidad, etc. Otra Nicaragua de ciencia ficción, la de los sueños de opio.Un proyecto sin el aval ni la participación del Gobierno de Chi na. Durante su reciente visita a Costa Rica, el presidente Xi Jinping, declaró que su país privilegia los proyectos de cooperación con aquellos países con los que tiene relaciones diplomáticas, que no es el caso de Nicaragua, pues Ortega las mantiene con Taiwán. Y un canal interoceánico es necesariamente, además, un proyecto geopolítico, en el que ni siquiera los países del Alba, encabezados por Venezuela, parecen mostrar interés, ya no se diga Estados Unidos.La dichosa compañía china, dueña absoluta del Gran Canal se gún esta extraña ley...

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