Lo demás es paja

Se crió en un barrio del Banco Obrero. Vivía en último piso de un bloque sin ascensor. Él los subía corriendo. Su abuela, con paso lento aprovechando los rellanos para recuperar el aliento. Dentro, el techo daba sombra, y goteras durante la lluvia. Pero el calor era agobiante, la platabanda parecía derretirse bajo al ardiente sol guaireño. No se ponía camisa; zapatos, só lo en la escuela, pública, nunca en colegio privado. Un solo cuaderno, el de ensalada; feo, compacto y concreto. Las hembras les hacían márgenes con creyones y con reglas. Sólo anotaba lo básico, pero leía de todo siempre. En Navidad todas las casas te nían las puertas abiertas. Todos entraban en todas. Nadie quedaba por fuera. Al acercarse las fiestas, al bloque lo acomodaban, entre todos, en cayapa. Cortaban el monte, pintaban las rejas, le echaban manguera al piso, adornaban los pasillos. No había conserje. Cada quien mantenía su pedazo. Los pedazos compartidos entre todos se cuidaban. Peleas nunca faltaban, pero dentro se quedaban. Los de fuera los encontraban unidos, más de uno llevó palo. Ya más grande y con camisa an daba buscando pelea. Las fiestas eran para todos. Todos eran arroceros. Los viernes había rumba, en la casa de cualquiera. Las hebillas se pulían al calor de las hormonas. Había ricos y había pobres. El primero era taxista. La envidia mataba al resto. Los más pobres con dupletas completaban la semana. Fiestas y entierros juntaban los diferentes, dolores y alegrías también en cayapa se vivían. En el liceo y en el barrio había que mejorar cosas. Había que organizarse. Juntas de vecinos, centros de estudiantes, asociaciones culturales y deportivas, periódicos comunitarios. Todo merecía atención. En todo se metió. A muchos impulsó. Quería mejorar. La UCV era gratis. Quiso estudiar genética, terminó en Sociología, fue una bendición. Nunca pagó pasaje para llegar. Un cartón decía por un lado UCV, por el otro La Guaira. Esa fue la llave de su carro, cuando todavía se podía pedir y dar cola. Siempre comió en el co medor, dos bolívares de los débiles. En ocasiones no llegaba ni a eso. No le preocupaba. Pelar era normal. El dinero, una excepción. Sabía que al obtener el grado todo eso cambiaría...

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