¡Qué diría ese señor!

I Me refiero al señor que, hablando para la posteridad, afirmó que lo importante no era ganar, sino competir, frase que encapsuló una ideología deportiva de la cual ya casi no quedan vestigios. Hablo del barón Pierre de Coubertain, un fino y noble caballero francés --parece que hasta sociólogo era--, quien reinventó, a finales del siglo XIX, los Juegos Olímpicos que habían organizado los griegos mucho antes de Cristo. II Qué diría, pues, de las olimpíadas actuales, tan distintas de las que él concibió. De su desmedido carácter comercial, absolutamente fuera de sus previsiones, y del hecho de que el deporte se haya convertido en uno los complejos industriales más importantes de la actualidad, tanto por sus impactos directos como indirectos. De que palabras como franquicia, mercado, empresas, profesionalización, competitividad, alto rendimiento y otras similares, integren un elenco de términos imprescindibles para descifrarlo, al tiempo que los medios de comunicación lo han transformado en espectáculo, parte esencial del negocio del entretenimiento, haciendo de él un producto para el consumo masivo al amparo del Comité Olímpico Internacional, devenido en una importante organización comercial de carácter transnacional. Qué diría, el bueno del barón, de los Juegos Olímpicos convertidos en cancha propicia para el despliegue del poder político, según lo entendió muy bien la Alemania de Hitler y de allí para adelante, todos los países que han tenido la fuerza para hacerlo, utilizándolos como herramienta política, halando siempre la brasa para su sardina ideológica. De las olimpíadas entendidas, no como evento de atletas que participan por amor al deporte, sino como competencia entre Estados, una poderosa razón para el desarrollo de la épica nacionalista aun cuando los vientos de la globalización amenazan con trastocar las cosas y ya se habla de un deporte posnacional. De la participación tan relevante de las mujeres --siendo que él consideraba al deporte fuera del alcance de las capacidades femeninas--, aunque el machismo, si bien atenuado, siga haciendo de las suyas. III Pero qué diría, sobre todo, de que en los Juegos Olímpicos se compita para ganar, ganar a como dé...

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