Las encuestas, como cañonazos

Ya les digo que en esta guerra despiadada que se ha iniciado con vista a las elecciones del 7 de octubre, hay algunos cañonazos que van dirigidos directamente al periodismo y a los periodistas. Y no nos referimos a los acostumbrados, a los que cada día caen sobre la trinchera del oficio que, de esos, los periodistas saben, más por viejos que por diablos, protegerse. Son los de temporada, como algunas frutas, pero más contundentes que las encuestas o sondeos de opinión pueden serlo. Como el tema es complejísi mo, la cosa apuntará directamente a su relación con los periodistas. Cree uno que no está en discusión la validez y utili dad de las encuestas; lo que sí puede estar comprometida es la calidad, la confiabilidad y la intencionalidad tras bastidores. Y es allí, en esos atributos, en los cuales deben concentrarse el cuidado y la atención del periodista. Cree uno que lo primero que debe decirse es que el periodista no puede dejar que lo chantajeen con la excusa de la objetividad, la libertad de prensa y el derecho a informar. Como cualquier otro tema, las encuestas deben cumplir con algunas obligaciones para que sean noticia o información periodística. El politólogo Oscar Valdemo res, citado en un documento de la Fundación para el Nuevo Periodismo Iberoamericano, dice que hay que atender a la credibilidad de la encuestadora; la fecha de aplicación del cuestionario; el universo contemplado; el tipo de muestreo, su dispersión y base actuali zada; la validez, precisión y relevancia de las preguntas; la forma de presentación del cuestionario y la aplicación del margen de error. Sabe uno que en general se requiere de experiencia...

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