Excremento del diablo

No hace tantos años dos ilustres políticos vernáculos se refirieron a nuestra base fundamental de riqueza nacional, el petróleo, como el excremento del demonio, como que si esta dotación natural fuese una maldición que nos condenaría eternamente al subdesarrollo social y la corrupción política.Venezuela no es el único país que ha sido tan generosamente preñado de ese pardo recurso; podría suponerse que igual desgracia habría de tener todo pueblo que llevara en sus entrañas el mefistofeliano material, por lo que examinaremos la veracidad de la teoría en dos sociedades en similares circunstancias y diferentes latitudes.Pasemos primero por Norue ga. Sus valores se centran en igualdad, moderación y amor a la naturaleza, que le han permitido una explotación seria de su maldición a partir de una empresa estatal que fue parcialmente privatizada, pero cuyas ganancias no solo han servido para alimentar su crecimiento, sino también para la creación del fondo de inversión más grande del mundo que asegura el bienestar de la población y sus futuras generaciones.Noruega logró erradicar la pobreza, tener un envidiable sistema de asistencia social y educación, infraestructura vial y transporte, a pesar de su compleja geografía y clima.El excremento en Noruega, si existió, al menos no hedió.Más impresionante fue la comparación con los Emiratos Árabes Unidos. Ellos no contaban en el siglo XIX con ilustrados como Andrés Bello y José María Vargas, ni en el XX con Fernández Morán, Carlos Villanueva, Jacinto Convit, pero, a pesar de no tener muchos jeques ilustrados dentro de sus territorios muy...

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