¿Falta algo todavía?

La decisión del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, con el explícito apoyo del atolondrado y temible Donald Trump de poner en la lista negra de los narcotraficantes de alcurnia al vice presidente de Venezuela, con poderes adicionales y perspectivas de candidato presidencial, que se suma a la de otras figuras del más alto gobierno con similar mácula, pareciera suficiente para que el mundo, en especial nuestro continente, y nosotros en primer lugar, demos nuevos pasos para cercar esta tétrica demolición autocalificada de gobierno revolucionario.En el pasado, las revoluciones se dedicaban esencialmente a defender sus cotos de caza y sus prebendas, y de propiciar nuevas revoluciones. Y metían sus narices y sus balas muchas veces donde no debían: internacionalismo de los parias, proletarios del mundo, uníos, el Che en Bolivia, digamos. Lo que ocasionaba graves traumas políticos, violentismo y crueldad y maremotos diplomáticos. No pocas veces exentos de nobles tambores y sacrificios heroicos.Pero eran eso, problemas políticos; no formaban parte de los expedientes de Interpol o de la DEA. Ahora en sus estertores últimos, con ideales rotos y sin futuro, se han convertido no solo en centros de corrupción véase el último artículo de Moisés Naim sobre China y su festín de tracaleros en gran escala; las FARC, en algún momento como el imperio mayor de la droga en el mundo; Cuba, celosa de su castidad delictiva, alcahueta de gobiernos corruptos y, en el caso de los venezolanos, maestra y proxeneta, no solo saqueadores del tesoro público en una escala probablemente inédita, sino vinculados al más alto nivel a ese mal de males del siglo que es el narcotráfico.Solo una indicación de la decadencia y la descomposición de aquellas mañanas que...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR