¿Festividad democrática?

Si consideramos el re-gocijo provocado por los resultados de la elección parlamenta ria, la sociedad estuvo y está de fiesta. La inmensa mayoría del pueblo, ante la seguridad de que se quitó una pesada lápida de sus espaldas, experimenta ánimos de jolgorio y los comunica a través de diversas manifestaciones individuales en los lugares públicos y en la intimidad de los hogares. De tanto multiplicarse, lo individual se hace colectivo para que se palpe una sensación de felicidad frente a cuyo testimonio no caben las dudas. Es el alivio después de la náusea, una descarga que solo puede terminar en manifestaciones de bienestar que no se pueden ocultar.Sin embargo, la amable expresión puede conducir a la falsa idea de que fue así durante el domingo electoral, cuando todos montamos la fiesta temprano en un teatro acogedor.Entonces sucedió distinto. El 6-D no fue una verbena democrática, sino todo lo contrario.Fue una demostración de paciencia y resistencia, de comprometida abnegación ante la grosera actitud de los poderes públicos. No hubo júbilo entonces, porque fueron horas de tensión y cautela frente a la alevosía del gobierno. No podía prevalecer la tranquilidad ante la perfidia sectaria del canal 8, ni frente a la proliferación de los llamados puntos rojos que convocaban sin rubor a votar por los candidatos del régimen, ni ante el descaro del presidente de la AN frente a las declaraciones de los ex presidentes latinoamericanos que abogaban por el respeto de las reglas del juego, mucho menos luego de escuchar la amenaza de que las calles se bañarían en sangre debido a que el PSUV estaba dispuesto a ganar las elecciones como fuera. El que relacione estas presiones amenazantes con una jornada de felicidad no solo es idiota, sino también un individuo dispuesto a simplificar y disfrazar la realidad.La posibilidad de aproximar se a una vivencia parecida al gozo apenas comenzó a disfrutarse cuando, ya hacia la medianoche, el ministro de la Defensa hizo una declaración inhabitual en la cual manifestaba el apego de las Fuerzas Armadas a la institucionalidad republicana. Se necesitó la presencia de un tutor a quien se considera poderoso, el bastón fuerte en camino pedregoso, para que comenzara a arraigar en parcela abonada la sensación de que se había hecho un gran trabajo cuyos frutos se podían saborear en...

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