Una guerra contra los niños

Tengo el doloroso deber de alertar sobre una emergencia humanitaria en desarrollo: no menos de 18.000 niños y niñas están afiliados a grupos armados ilegales y bandas criminales, y no menos de 100.000 trabajan en sectores de la economía ilegal, controlados directamente por estos grupos. Toda esa brutalidad extrema y deliberada contra los más indefensos señala a los perpetradores y nos expone como sociedad. Cada año, miles de familias lo abandonan todo para no verse obligadas a entregar a sus hijos. No siempre consiguen evitarlo. Son numerosos los casos en los que los niños y niñas son sustraídos de sus hogares y vinculados a grupos armados ilegales y bandas criminales como parte de un perverso impuesto de guerra que imponen los violentos a las comunidades a las que someten bajo la dictadura del miedo, con el fin de convertirlas en cómplices y obligarlas a guardar silencio. Algunos niños nos relataron que fueron entregados porque en su familia corrían el riesgo de morir de hambre o perecer en medio del fuego cruzado. En ningún caso, en el recluta miento media la voluntad de los niños. Es un acto forzado, facilitado por la vulnerabilidad social y económica de los afectados. El reclutamiento y uso de los ni ños es un crimen de crímenes, pero los actos más graves se causan durante las primeras etapas de la vinculación. En el entrenamiento son sometidos a un proceso de deshumanización, se los prepara para...

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