Indefensión

Las familias que bajaron el 5 de Julio al litoral central a pasar una horas frente al mar, a cualquiera de las tantas cosas que se pueden hacer en ese gran balcón que posee Caracas, conocieron en carne propia lo que significa la palabra indefensión. Es lo que ocurre a diario, nada que amerite la presencia de corresponsales extranjeros, pero sí lo que a estos les ha dado por llamar autoridades. Mientras las fuerzas del orden desfilaban en Los Próceres, enar bolaban sus banderas color de sangre y gritaban consignas socialistas y loas al jefe del Estado en contravención a lo establecido en la Constitución, que la Fuerza Armada no puede estar al servicio de un hombre o de una parcialidad política, la comunidad permanecía indefensa en cuerpo y alma. No vamos a echar mano de algún precepto del prusiano Ernst von Klausevich o del chino Sun Tzu sino de la realidad, que debería ser más convincente que los ejemplos teóricos, aunque no es lo que asumen los manipuladores del servicio nacional de información y propaganda, esos que inventaron el subliminal corazón de la patria y sucedáneos. Empecemos. La cola para bajar comenzaba en la entrada de ambos túneles de La Planicie y todos los que escogieron el identificado con el número 2 II iban tan despacio que tuvieron tiempo de ponerles nombre a los jamelgos que el colectivo Tupamaros mantiene en el terreno justo a la salida. Cuatro kilómetros más allá apareció la causa del descomunal congestionamiento. Funcionarios de la Guardia Nacional colocaron varios conos frente al lugar que tienen como sede y redujeron a dos los canales de la autopista. Muy...

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