La inestabilidad de la desigualdad

Este año se ha caracterizado por una ola global de desconten to e inestabilidad política y social, que ha ocasionado que la gente salga en masa a las calles reales y virtuales: la primavera árabe; los disturbios en Londres; las protestas de las clases medias de Israel contra los elevados precios de las viviendas y la presión inflacionaria; las protestas de los estudiantes chilenos; la destrucción en Alemania de los carros de lujo de los ricos; el movimiento en la India contra la corrupción; el creciente descontento por la corrupción y la desigualdad en China; y el movimiento de los indignados de Wall Street en todo Estados Unidos. Aun cuando estas protestas no tienen un tema único, expresan de diferentes maneras las serias preocupaciones por el futuro de las clases medias y trabajadoras ante la creciente concentración de poder entre las élites económicas, financieras y políticas. Las causas de las inquietudes son evidentes: un alto desempleo y subempleo en las economías avanzadas y emergentes; educación y capacitación inadecuadas para los jóvenes y trabajadores que compiten en un mundo globalizado; un resentimiento debido a la corrupción y un aumento en los ingresos y la desigualdad en la distribución de la riqueza en las economías avanzadas y emergentes. Por supuesto, el malestar de tantas personas no se puede reducir a un solo factor. El incremento de la desigualdad tiene muchas causas: la suma de 2.300 millones de chinos e indios a la fuerza laboral global, que está reduciendo los empleos y salarios de obreros no calificados y trabajadores deslocalizados que ocupan puestos administrativos de las economías avanzadas; un cambio tecnológico que privilegia a las personas calificadas; efectos de concentración; un surgimiento rápido de disparidades en el ingreso y la riqueza en las economías con crecimiento acelerado y una imposición fiscal menos progresiva. El aumento del apalancamiento de los sectores público y privado y las burbujas de crédito y de activos relacionadas son en parte el resultado de la desigualdad. El crecimiento mediocre del ingreso para todos, excepto los ricos, generó en las últimas décadas un desfase entre los ingresos y las aspiraciones de gasto. En los países anglosajones la respuesta fue democratizar el crédito, lo que provocó el crecimiento de la deuda privada. En Europa, el desfase se cubrió con servicios públicos que no se financiaron del todo con impuestos, estimulando así la deuda y el déficit público. En ambos...

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